Capítulo 8: "Sentimientos revueltos"

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Karla.

Sangre.

La sangre drenaba por su nariz después de que su contrincante lo noqueara, pero él no se rendía, desprendía toda la rabia que mostraban sus ojos lanzado golpes a diestra y siniestra, algunos acertándolos, otros fallándolos, pero siempre con el mentón alto, dispuesto a no dejarse ganar.

Llevo dos horas aquí y solo quiero que termine, la bilis se me sube a la garganta cada vez que los músculos de su espalda se tensan y la sangre comienza brotar de su boca o nariz.

El chico llamado Michael, le lanza un golpe directo al estómago y entonces cae.

Ahogo un grito en mi garganta viendo como se retuerce del dolor, pero se levanta y arremete con todas sus fuerzas, noqueando a su contrincante, dejándolo en el piso. Pasan diez segundos, el chico no se levanta, así que Julio es proclamado como vencedor.

Ha ganado.

Si, lo ha hecho.

Pero eso no quita las miles de preguntas que tengo en mi cabeza siendo el por qué, la principal.

—Ha ganado —me dice Talía tan sorprendida como yo.

—Sí —susurro. —Lo ha hecho, pero mira su rostro lleno de sangre Tal.

—Eso es lo que pasa cuando eres un chico de peleas ilegales.

—Es doloroso.

Pese al dolor, con los moretones en su cuerpo, una sonrisa victoriosa se dibuja en sus labios, enfoca su mirada en mí, haciéndome saber, que efectivamente se ha percatado de mi presencia y que no aluciné cuando nuestros ojos se conectaron al empezar la pelea.

—Es horrible verlo pelear.

—¿Qué? —me mira con el ceño fruncido —A ver Karla no te estoy entendiendo, hace unos días dijiste que no sentías nada por él y ahora resulta que no te gusta que se meta en estas cosas, supongo que debería de no importarte.

—Sigo sintiendo cosas por él —confieso y mi compañera abre los ojos como platos —Estaba tan empeñada en sacármelo de la cabeza que negaba todos los sentimientos que me produjo con tan solo verlo.

Suspira.

—Tampoco es algo que me tome por sorpresa. He visto como te pones cuando está cerca, como lo miras a la hora del almuerzo y como suspiras por él cuando estás dormida.

No le presto atención a la castaña, mi mirada está perdida en los pasos de Julio hacia la parte trasera del sótano.

—¿Dónde vas?

Pregunta Talía al ver que salgo de la multitud para seguir al pelinegro.

Ignoro sus llamados y cruzo el umbral de una puerta semiabierta, llamando la atención de todos dentro, especialmente la suya.

—¿Te has perdido bonita? —un chico alto de ojos claros y test morena, el chico que ha peleado con él, se dirige a mí de una forma bastante seductora. —Tú solo di sí o no, y si es un sí, con gusto te doy un paseo hasta la salida.

—Déjala en paz Michael —su voz es cortante —Si no quieres quedar como calcomanía déjala en paz.

—¿Por qué te metes Jones? Vas a asustar a la conejita.

Julio se levanta de donde le estaban curando las heridas, se interpone entre Michael y yo.

—No la llames conejita. —su tono desprende molestia —No es ninguna prostituta de las que te tiras cada vez que peleas.

—¿Y qué hace aquí?

—Vino a verme a mí —dice orgulloso. —Es una amiga de la universidad.

Esa palabra queda demasiado grande entre él y yo.

Todo lo que Nunca Pudimos Ser © [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora