─Eres preciosa─ Itachi se arrepintió de haber soltado un comentario tan embarazoso. ─Perdóname, eso fue...─
─Tu corazón es de oro, puedo sentirlo─ Respondió ella bruscamente.
└➤ 𝙄𝙩𝙖𝙘𝙝𝙞 𝙐𝙘𝙝𝙞𝙝𝙖 𝙭 𝙍𝙚𝙖𝙙𝙚𝙧
...
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El aire olía a muerte.
Estaba allí. Una forma física de una parca que caminaba. Itachi se sentía así cada hora, minuto y segundo de su vida. Se sentía como si su existencia no hubiera servido más que para enterrar incontables pecados bajo Tierra.
Al principio era sólo una pequeña carga, pero al final la culpa lo terminó consumiendo, hasta sentir que no podía respirar. Para otros, él era como un premio muy preciado, pero para él, no era nada, ni siquiera valía un simple grano de arena.
Había estado viviendo con miedo constante.
─Duele, ¿verdad?─ Le dijo una voz al joven Uchiha.
Su primo, Shisui, le dedicó una sonrisa. Una sonrisa dolorosa. Itachi tomó su kunai y tocó el filo de la hoja con la punta del dedo. Su rostro se reflejaba en el agua junto a la luna y las estrellas, dos ojos ensangrentados lo miraban. Clavó los dedos en la hoja, el filo le cortó su piel y una gota carmesí salpicó en el suelo.
─Pero no duele lo suficiente─
─¿Qué quieres decir?─
─Siento que deberían castigarme y arrastrarme al infierno─
El joven Uchiha miró a la luna mientras rememoraba las muchas noches en vela que compartió con ella. En las que no hacían más que intercambiar palabras a la espera de que el sol elevara. Una risita sin humor escapo de sus labios mientras sus ojos se posaban en su reflejo en la hoja del kunai, unos ojos con una mirada apagada le devolvieron la mirada.
─Sin embargo, mi cuerpo y mi mente son egoístas y delirantes siguen aferrándose a ella para poder poder sentirme como lo hago cuando estoy a su lado─
Shisui observó el kunai que se encontraba en manos de Itachi. ─Es por ella, ¿verdad?─
─No, yo...─
─Se llama ser humano. Quieres sentir cosas y ella te hace sentir vivo, es algo que necesitas─
La sonrisa de lástima de Shisui se ensanchó mientras abrazaba a su querido amigo. Había algo en su abrazo. Se sentía como arenas movedizas que se tragaban a Itachi, que luchaba por respirar. Shisui murmuró: ─Lo siento─ en sus oídos; disculpándose ante las cicatrices del pequeño que se habían tatuado en su alma de forma permanente.
Por rara vez en su vida, Itachi sintió ganas de llorar, y así lo hizo. Sus vista se tornó borrosa y cristalinas lágrimas se desbordaron y cayeron por sus mejillas, como un niño al que sus padres habían regañado.
Itachi nunca había llorado tanto.
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