─Eres preciosa─ Itachi se arrepintió de haber soltado un comentario tan embarazoso. ─Perdóname, eso fue...─
─Tu corazón es de oro, puedo sentirlo─ Respondió ella bruscamente.
└➤ 𝙄𝙩𝙖𝙘𝙝𝙞 𝙐𝙘𝙝𝙞𝙝𝙖 𝙭 𝙍𝙚𝙖𝙙𝙚𝙧
...
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─Estoy enamorada de ti─
Su corazón comenzó a retumbar al escuchar esas palabras, y hizo florecer miles y miles de flores en su alma.
Itachi nunca se había sentido tan vivo.
Pero al recordar la pesadilla que le perseguía, se olvidó de cómo respirar.
─Una vez me preguntaste si las cosas serían diferentes si nos encontrásemos en otra vida, pero quiero que sepas que estés donde estés, sea cual sea la dimensión, galaxia o mundo en el que vivamos... seguiría eligiéndote una y otra vez, haría cualquier cosa por ti, incluso moriría por ti, porque... te amo─ Las lágrimas que brotaban aumentaron. ─Por favor... no me dejes─
Tenía la boca abierta, pero no podía hablar. En lugar intentar decir algo, Itachi apoyó su frente contra la de ella; el calor de sus cuerpos crecía más y más. Entonces, unas gotas de agua salada mancharon el suelo de su dormitorio. Itachi también lloraba mientras observaba cómo sus dedos se aferraban a él, como si temiera que desapareciera.
Los dos adolescentes acercaron sus labios y saborearon una mezcla entre sus lágrimas saladas y la dulce miel de sus lenguas. Las manos de él se movían solas, como si tuvieran su propia mente, mientras recorrían la piel desnuda de la chica. Luego rozó su tez escribiendo poesía en su cuello y clavícula mientras suaves marcas de rosas tatuaban su piel.
Itachi apartó la mirada. Temía que, si la tocaba demasiado, se rompiera como una frágil porcelana. Pero a la muchacha no le importaba, porque la forma en que la tocaba y la miraba le hacía sentir en el cielo. Ella tiró de él más cerca mientras la luz de la luna se colaba por la ventana e iluminaba sus cuerpos. Pero nada en este mundo puede durar para siempre.
─Lo siento─ Le dijo mientras la veía dormirse entre sus brazos.
Cuando el sol despertó de su letargo, se encontró con la soledad de lamañana. El calor que una vez estuvo a su lado ahora era un terrible hueco frío, y ni siquiera una carta de "adiós" la esperaba. La señorita aflijida se arrebujó más en la manta que envolvía su cuerpo desnudo; a su lado se percibía un aroma persistente. Le recordaba a él. Quería llorar.
Aunque estaba en verano, una gran tormenta de invierno había llegado a su vida.
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