─Eres preciosa─ Itachi se arrepintió de haber soltado un comentario tan embarazoso. ─Perdóname, eso fue...─
─Tu corazón es de oro, puedo sentirlo─ Respondió ella bruscamente.
└➤ 𝙄𝙩𝙖𝙘𝙝𝙞 𝙐𝙘𝙝𝙞𝙝𝙖 𝙭 𝙍𝙚𝙖𝙙𝙚𝙧
...
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Sus manos estaban bañadas en pecado.
La luna había derramado lágrimas de plata sobre él mientras una ola fantasmal con olor a muerte se cernía sobre el pueblo. Todo estaba silencioso, frío y quieto. Ni siquiera se oía un susurro del viento. Itachi lo había hecho. Había pagado el precio de nacer como un Uchiha, una maldición y a la vez una terrible bendición que le había sido otorgada.
Su clan había sido masacrado.
Ya no quedaba nada ni nadie, ¿qué sentido tenía? Sus pies ya no podían correr aunque lo quisiera; no quedaba nada. Pero... de alguna manera, sus pies se encontraron con el umbral de la puerta de su dormitorio. Sus ojos vidriosos la miraban fijamente.
─No me dejes─ Susurró, casi tartamudeando cuando las lágrimas se derramaron y mancharon sus mejillas.
¿Cómo era posible que esta chica siempre dijera las palabras correctas en el momento adecuado?
No importaría que la noche muriera, que él sol dejara de brillar, que el mundo se derrumbara, que los cielos se cayeran o que todo el maldito universo explotara, Itachi seguiría enamorándose de ella una y otra vez, todos los días de su vida, para siempre.
─No sé lo que haría sin ti. No puedes irte y dejarme ¡no puedes! por favor... quédate conmigo─ Suplicó entre sollozos.
Itachi nunca la había visto llorar así, verla en ese estado le partió el corazón y le estrujó el alma. Quería rodear su delicado y femenino cuerpo con sus brazos, acercarla hasta que pudiera oír los latidos de su corazón agitándose por ella. Quería hacerlo; sus dedos gritaban por sentirla. Pero con esas manos, tan empapadas de pecado, no se atrevía a tocarla.
─Debo irm-─
Ella había silenciado sus palabras juntando sus labios contra los de él. Eran como dos piezas de un rompecabezas que encajaban perfectamente. Podía sentir corrientes electrificantes por todo su cuerpo mientras escribían una serie de poemas dentro de sus bocas adolescentes e ingenuas. Apenas podía respirar cuando probó el delicioso sabor azucarado de sus labios.
Itachi le rogó al cielo que ese sueño de verano que vivía fuera eterno.
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