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Dolor.

Es lo único que siento en estos momentos, mi cabeza esta que estalla del dolor y mi cuerpo lo siento todo magullado.

¿Donde estoy? ¿Qué es lo qué ha pasado?

Llevo intentando abrir los ojos desde hace tiempo y, por más que intentaba no podía. Lo único que sabía es que no he estado sola, escucho murmullos lejanos, ajenos a nada en particular. Las voces las desconozco, no solo es una son varias. Intento una vez más hasta que finalmente mis párpados ceden, se sienten pesados pero, por lo menos he logrado abrirlos.

El mundo se esclarece y parpadeo un par de veces enfocando el lugar en donde estoy. Un habitación color blanco, es pequeña, un sofá se encuentra junto a una ventana que deja entrar la luz solar.

—Señorita, que bueno que despierta—mi mirada siguió el sonido de la voz.

Una chica con uniforme blanco acaba de entrar en la habitación, se acerca hasta mi y es entonces que me percato de qué hay una aguja enterrada en mi brazo. Noto la maquinilla que se encuentra a un lado de la camilla, me doy cuenta del lugar en donde estoy y las preguntas vuelven a resurgir.

¿Dónde estoy? En un hospital, si, pero ¿Cómo llegue aquí?, ¿Qué fue lo que ocurrió?, ¿Por qué me duele todo?

—Sus familiares estarán felices cuando reciban la noticia—continua.

¿Mis padres? ¿Felices? ¿Cuál noticia? ¿De quienes habla? ¿De qué habla? ¿Por qué de pronto siento una tristeza tan profunda?

—Su novio no se ha despegado de aquí, ha estado preguntando mucho por su estado.

¿Dijo novio?

Yo solo quiero que alguien me explique lo que esta pasando, y por qué estoy aquí.

La chica llama a alguien y regresa a lo que hacía. Mientras cambia la bolsita del líquido que cuelga a un lado mío e intento preguntar de qué habla pero no me salen las palabras.

Un señor como de unos treinta años aproximadamente ingresa al pequeño espacio, lleva puesta una bata blanca encima de su ropa, tiene un estetoscopio al rededor de su cuello y solo por eso deduzco que es médico.

—Señorita Edevane, me alegro que haya despertado—me sonríe.

¿Por qué se alegra?

Sigue hablando, pero en lo único que puedo pensar es en por qué no reconozco ese nombre. No me parece familiar o algo que tenga que ver conmigo.

Caigo en cuenta en que ni siquiera se como es que me llamo.

Me reitera que "mi familia" está afuera a la espera de poder entrar a verme.

Más tarde, aproximadamente diez minutos después le da paso a varias personas que no reconozco. Una mujer rubia, seguida de un hombre de cabello oscuro, y un chico de cabello castaño. ¿Debería preocuparme, o solo se trata de gente extraña?

—¡Hija!—exclama la mujer—Al fin despertarse.

Trata de acercarse a mi, instintivamente trato de alejarme y ellos lo notan, la mujer por su parte parece extrañada ante mi reacción.

—¿Qué es lo que sucede, hija?—pregunta con preocupación.

—N-no... se... q-quienes... son...—logre forzosamente articular con la voz pastosa.

—¿No nos recuerda?—el chico castaño se dirigió al médico.

Me hacen un montón de preguntas como ¿Sabes que fue lo qué pasó? ¿Recuerdas algo antes de despertar? ¿Reconoces a estas personas? ¿Sabes cual es tu nombre? Y muchas más que solo logran marearme.

Acuérdate de mi Donde viven las historias. Descúbrelo ahora