4|| Franceses.

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Mi reacción no fue tan inmediata como me hubiera gustado. Tal vez si no me hubiera quedado paralizada y martirizándome por la situación, podría haber avisado a mi madre de que su hijo pequeño no estaba en casa y de que nadie, ni siquiera yo, sabía donde se encontraba.

Sin embargo, en vez de hacer lo que hubiera sido más inteligente y lo que probablemente hubiera conseguido que yo me tranquilizara un poco, me limité a bajar las escaleras corriendo y dirigirme a la puerta de entrada de casa sin ni siquiera dar explicaciones a mi madre.

Nada más puse un pie en la calle, mi padre apareció en mi campo de visión, regalándome una agradable sonrisa. Si no sintiera que me estaba asfixiando probablemente me habría quedado más tiempo envuelta entre sus brazos. Pero mi hermano pequeño no estaba en su habitación y tenía que encontrarle.

¿Ambiciosa? Mucho, sobre todo porque ni siquiera tenía una recóndita idea de a dónde podría haberse ido a las nueve de la noche.

— Cariño, ¿por qué estás en la entrada de casa? — mi padre parecía confuso. Yo desvié la mirada y me alejé unos cuantos pasos de él — Vamos a cenar en unos minutos.

Tragué saliva.

— Necesito una cosa urgentemente para una clase de mañana y Amy me la ha conseguido — no estaba segura de si mi mentira sonaba convincente o no, pero llegados a ese punto no tenía mucho tiempo ni mucha imaginación como para pensar en algo más elaborado.

Mi padre enarcó una ceja y metió la llave en la cerradura.

— ¿Desde cuándo tú, mi preciosa hija, dejas todo para el último momento? — cuestionó mientras conseguía abrir la puerta y la empujaba.

Rasqué mi nuca pensando en alguna posible contestación y sonreí. Nunca se me había dado bien mentir y esa realidad estaba saliendo a la luz.

Mi padre me miró una última vez y yo abroché la chaqueta que llevaba puesta. Corría un poco de aire a estas horas y ya casi era de noche. 

— Adiós, papá — no le dio tiempo a contestarme ya que salí corriendo sin mirar atrás.

¿Qué pensaría mi madre cuando se diese cuenta de que Byron no bajaba a cenar?

Probablemente se pondría histérica y a llorar del disgusto.

Negué con la cabeza. Un nudo había comenzado a formarse en mi interior.

¿Byron dónde estabas?

Me alejé unas cuantas manzanas de casa y paré a coger aire. No había reparado en que había corrido a tal velocidad que apenas me había preocupado de respirar.

Me quedé quieta unos segundos pensando en donde podía estar mi hermano, qué sitios conocía y qué amigos frecuentaba con los que, tal vez, habría podido ir a algún lado. Sin embargo, ningún lugar se me vino a la cabeza. Apenas había empezado el instituto y no le había dado tiempo a hacer tantos amigos con los que poder quedar.

Continué caminando hasta llegar a la puerta de nuestro instituto. La noche cubría prácticamente el cielo y las farolas de la calle aún no se habían encendido. Estaba por girar la cabeza hacia el frente cuando me di cuenta de que, en una de las clases de uno de los edificios, había luz. 

¿Quién estaría a esas horas en el instituto?

¿Qué estaría haciendo?

Negué con la cabeza y desvié mi atención del aula iluminada. Sin embargo, un grito proveniente de dentro del edificio, me alertó inmediatamente.

No reconocí la voz, pero mi instinto de querer ayudar siempre a las personas, sobrepasó el posible susto que podía estar experimentando en el cuerpo.

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⏰ Última actualización: Apr 24, 2022 ⏰

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