22. QUIÉN...

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Estaba sentada en un banco, pensando en mis cosas. A mi lado, un hombre mayor que llevaba la ropa rota, vieja y sucia; sus gafas tenían un cristal roto y le acompañaba una mochila. Ojeaba el periódico. Pasaba las hojas rápidamente, parecía no interesarle mucho. La calle, vacía y solitaria, como cada medianoche de domingo. El viejo se giró, y con cara de cansancio me preguntó: -'¿quién eres?'- yo asombrada y con voz temblorosa le dije mi nombre, a lo que éste me contestó: -'eso no me interesa, no eres un nombre, ni unos apellidos, ni una edad, ni un rostro, piensa, ¿quién eres tú en realidad?'-no entendí nada y creí ser víctima de una broma. Hice una pausa larga y el hombre me dijo: -'vaya, que desilusión. Verás llevo toda una vida preguntándole esto mismo a cientos de personas, y su respuesta es siempre la misma, un vacío en el silencio, como la tuya. Pero tranquila, ni si quiera yo se quién soy, ni me interesa, lo único que quiero enseñarle a la gente quiénes son, y todo con ésta pregunta, me gano la vida haciéndolo.'- sin poder evitarlo le interrumpí, diciendo: -'pero, usted ¿qué consigue? no voy a darle dinero' -el viejo se rió y me dijo: -'no pretendo que me lo des. Pero tras pensar lo que digo, a la gente le es inevitable sonreír, no se porqué ni quiero saberlo, nunca me dan una respuesta, aunque parece que ellos mismos consiguen dar con ella. Mucha suerte.'-se giró y se fue, me dejó con la palabra en la boca y su pregunta en la mente. ¿Quiénes somos? ¿Quién soy? Hasta ahora me valía con saber que somos personas, cada una diferente a la otra, pero parece que eso no acaba ahí. No se cómo descubrirlo y es algo que no se puede investigar, pues según el viejo: 'la respuesta está en uno mismo, no hay más que buscar.'

-apa.

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