Soy beta reader de @Who_knows06, no he sabido nada de ella desde noviembre aproximadamente, como ustedes habrán visto en su perfil tenía muchas cosas de la universidad, espero se encuentre bien y cuando regrese su público la reciba con brazos abiert...
¡Hola a todos! Muchísimas gracias por todos los bonitos comentarios del último capítulo, ¡y por su paciencia a la hora de esperar este! Como habrán visto en Twitter, el jueves pasado me atacó el temido COVID y me sentí muy, muy mal, lo que lamentablemente provocó el retraso de este capítulo -aunque crucemos los dedos para que ahora volvamos a estar bien.
Espero que disfruten de este capítulo. Disculpen la demora.
(Ver el final del capítulo para más notas).
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Hacía frío en la sala de observación. Quizá se debiera a la época del año, o a las gruesas paredes de hormigón, o a las corrientes de aire que llegaban del exterior, o quizá a las tres cosas. Tal vez no fuera ninguna de ellas, tal vez sólo fuera Huaisang.
Deseó que hiciera más frío. Sólo un poco más. Lo suficiente para entumecerle.
Se estremeció y subió más las rodillas bajo la barbilla. Delante de él había una gran pared de cristal que daba al interior de un pequeño recinto. Estaba casi tan vacío como la sala de observación: sólo había una pequeña habitación de hormigón con una gran cama para mascotas en una esquina, un saliente a media altura de la pared, supuestamente para trepar, y una puerta que daba al recinto más grande, que ahora estaba cerrada.
La mayoría de la gente probablemente había visto el recinto exterior cuando era un zoo. Mirando a los animales cautivos en su entorno "natural" cuidadosamente construido, sin el recordatorio concreto de que estaban mirando dentro de una jaula.
No había forma de que Huaisang pudiera olvidar.
No cuando era su hermano el que estaba en la jaula.
Ahora mismo, Mingjue estaba durmiendo. Su cuerpo yacía sin vida en el suelo de piedra, de vez en cuando se retorcía o se movía, pero nunca respiraba. Su pecho no subía, no bajaba.
Porque estaba muerto.
Huaisang se mordió la lengua, con fuerza, enterrando la cara en las rodillas para sofocar el chillido que intentaba salir de su garganta. El sabor a hierro le llenó la boca, y se abrazó aún más fuerte a sus rodillas.
Ver a su hermano inmóvil como un cadáver en el suelo era insoportable, pero era mejor que cuando estaba despierto. Entonces, Mingjue caminaba como una bestia enjaulada, con los pelos de punta, los dientes apretados y los labios contraídos. Gruñía, bufaba o rugía, y a veces se arrojaba contra la puerta una y otra vez hasta quedar cubierto de sangre, o arañaba las paredes, dejando rastros de sangre donde se arrancaba las uñas de la carne.
Y, si veía otra alma, incluso Huaisang...
Rugió. Rugidos escalofriantes y despiadados salían de la garganta de su hermano como un grito de guerra, y él se esforzaba aún más por liberarse. Y la forma en que se sostenía...
Parecía que estaba sufriendo.
Huaisang no quería causar dolor a su hermano, pero no podía dejarlo. No podía.