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Claudia:

La ira le carcomía, era imposible. Le parecía que todas las cosas que llevaba se desmoronaban... quería matar a alguien, bufo enojada, todo le molestaba cualquier cosa, incluso el sonido de los animales.

Quería ayudar, maldita sea enserio lo quería, pero era muy difícil. No podía con tanto y tenía otro problema, se estaban empezando a revelar en especial Armando. ¡Idiota!

Furiosa tiro un árbol y lo despedazó, así calmaba su furia pero tenía su mano llena de sangre. Tenía que respetar el tratado, tenía que hacerlo. Con un dolor punzante comenzó a caminar entre el denso bosque.

Cómo si el agua estuviera pendiente de su llegada el agua comenzó a irradiar la luz, a cada paso que daba el agua iba iluminándose mostrando sus colores y animales que habitaban en el.

Camino hacia el pequeño risco que había y entró, ahí contemplo su pequeño santuario llegando tiro las ramas del árbol y de ahí comenzó a salir una especie de humo que tras cubrirle su rostro se dejó caer mientras comenzaba a llorar.

No podía, no podía aguantar más.

Su llanto pronto seso cuando vio cómo en efecto una bruma negra que ella conocía bien salía sin darle tiempo a detenerla.

Desesperada volvió a entrar a la cueva en donde tan rápido como pudo volvió a verter los ingredientes y volvió a oler esa especia de humo, tras unos instantes en donde la desesperación comenzó a envolverla vio como la bruma llegaba rápido y cerró sus ojos sintiendo como la bruma entraba en ella. 

Haciéndola gritar, haciéndola llorar para luego dar paso a esa neutralidad y frialdad que la acompañaba hace tiempo.

Armando:

Mientras se dirigía hacia su casa miraba cómo el bosque se encontraba más oscuro que de costumbre, silencioso y algo tenebroso. Siguió caminando mientras se sentía observado.

Sin darle muchas vueltas ignoro ese detalle y siguió caminando, escucho como unos pasos se acercaban y asustado volteo, solo para ver cómo una rosa marchita se encontraba tirada.

Extrañado la vio, aquí nada podía morir menos la naturaleza, suspicaz se arrodilló dispuesto a tomarla cuando una voz sonó:

Armandooo

Susurró una voz cerca de él. Se quedo esperando a ver algo pero nada, tras una revisada volvió su vista a la rosa, pero una vez más volvió a escuchar su nombre.

Asustado se paró viendo una niebla que no estaba ahí comenzó a caminar rápido, Sentía algo, algo con lo que no estaba preparado para lidiar.

M: ¡Armando! -llamo Mariana- ¡Aquí!

De pronto se vio en otro lugar, asustado volteó y se quedó mudo, no estaba oscuro el bosque, no, estaba alegre mientras sus camaradas lo miraban expectantes.

W: ¿Pasó algo? ¿Qué? ¿viene asustado?

A: Eh no. -explico- nada, solo pasó algo extraño.  Cosas mías -levantó sus hombros- ¿Que están haciendo?

S: ¿Pues que cree? Estamos celebrando... -ante la mirada perdida de Armando- por otro año juntos.

A: ¡Es cierto! -exclamo- lo siento, yo... yo estaba perdido. Solo creí haber escuchado algo. No me hagan caso.

𝐋𝐨𝐬 𝐬𝐮𝐞ñ𝐨𝐬 𝐦𝐨𝐫𝐢𝐫á𝐧 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora