-Gracias...por estar en todos mis caminos mi bella Ame.
- ¿En todos los caminos...?
- Llegará uno en el que podamos estar juntos...Me hubiera encantado este...
- No te vayas...Papá..
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Eran aproximadamente las 12 del día cuando aquella peli-violeta comenzaba a despertar, su cabello peinado en dos trenzas y su fleco acomodado. Sus rodillas y cuello dolían bastante pues durante el tiempo que durmió no había cambiado su posición. Al tratar de mover sus articulaciones sentía como estas ardían sin embargo termino parándose de todas formas.
- Ah Cierto.. estoy en prisión.. ¿Huh.? -Su cabello se movió hacia enfrente dejando ver aquellas dos trenzas las cuales tomo con cuidado.- Pero...yo no traía mi cabello así..Aunque debo admitir que están muy bien hechas.
Su sonrisa se hizo presente, y su mirada se fue hacia su cadena colgante la cual se quito y miro detenidamente, en ese momento el sonido de la reja abriéndose la interrumpió, sus compañeros de celda estaban entrando.
-Are~? Pero si ya despertó la chica linda. -Hablo el chico de cabello negro y rubio quién se acercó rápidamente a la chica para abrazarla y apretarla contra su mejilla.-
- Basta Ran, la estas sofocando.
- ¿Que dices.?- Hermano ni si quiera te está prestando atención.-Eh.?
Y era cierto, pues aquella chica solo miraba hacia otro lado perdida en sus pensamientos. Una vez el pelinegro se percato de eso, se alejo y se puso a lado de su hermano menor.
-Señorita...-Dijo él rubio, carraspeando, tratando de llamar su atención y fabulosamente lo logro.
- Lo lamento..¿Quienes son ustedes.? -Dijo por fin, emocionando un poco al pelinegro.
- Señorita, me complace mencionar que estas frente a los Hermanos Haitani. Los "Reyes" de Roppongi. Este de aquí es mi hermano mayor Haitani Ran y tu servidor HaitaniRindou.
Una mueca de sorpresa se hizo presente en él rostro de la oji-violeta. Eran ellos los que Kai Warabi había prometido vencer para convertirla en reina.
- Un placer. - Y con quien tenemos el gusto.?
Una cosa era segura, Ame había cambiado, jurar matar a alguien era su nueva meta personal, así que debía empezar nuevamente a encajar en la sociedad de los pandilleros. Bajo un poco su cabeza, cerro sus ojos y sonrió.
