Mi objetivo se cumplió y la chica me observó. Por un momento fue indiferente y a causa de ello me avergoncé de hablarle, pues aun estando allí, no había salido para ayudarla. Aunque luego entendí que esa no era la razón de su seriedad, sino que fue producto de la poca fuerza que le impidió entenderlo con rapidez, así que al pasar unos minutos de miradas incómodas, ella se levantó para quedar sentada sobre el suelo con una reacción de sorpresa.
— ¿Eres real? — Vaya, su voz débil me conmovió
— Sí, de alguna forma acabé metida en este lugar — Me acerqué a ella mientras recogía su ropa para alcanzársela
— ¿Vas a ayudarme? ¿Eres de la policía? — Temía herirla con mi negativa respuesta, pero su forma desanimada de hablar, me indicaba que ella no tenía esperanza alguna por ser salvada
— Amm no... Fue una desafortunada coincidencia que acabase aquí... No soy de la policía, lo siento — Intentaba ser amable para no lastimarla más de lo que ya estaba
— No importa, la policía es una mierda... — Dijo con enojo sin mirarme a los ojos
Luego de recibir sus prendas, la chica se puso de pie con dificultad para vestirse. Parecía como si cada parte de su cuerpo doliera en cada movimiento y como si su enrojecida y marcada piel expusiera el constante sometimiento que me llevó a averiguar la historia que se escribió en ella.
— ¿Hace cuánto que estás con él? ... Puedes negarte a responder si no quieres hablar — Buscaba ser considerada para evitar obligarla a responder mis preguntas curiosas.
— He perdido la cuenta. Es una pena, me gustaría saber cuánto tiempo he sido capaz de soportarlo — Sonrió amargamente mientras regresaba a sentarse de nuevo y se cubría con aquella misma manta café
La chica comenzó a narrar su historia de una forma fría y desinteresada. Era aterrador observar los estragos emocionales y físicos que se reflejaban con tanta facilidad en ella, pero luego lo entendí, nadie habría sobrevivido por tanto tiempo a dicha tortura, que resumiré lo más posible para evitar sentir la dolorosa pérdida de fe, que acabó mostrándome la crueldad humana.
Al parecer, ella había sido víctima de un acosador diferente al hombre que está en el yate. Aquel primer chico la secuestró, golpeó, violó y torturó por varias semanas, cuando al fin todo se desencadenó, la chica sintió paz al ver su propia muerte a los ojos. Pero en infortunio, fue rescatada por un oficial de policía que, para mi sorpresa, resultó ser el mismo hombre del yate. (Véase en No Sonrías)
Ambos abusadores la veían tan solo como una presa, pero este hombre es mucho más desquiciado que el primer chico. Habiendo reprimido su bestia interior durante toda su vida, se dejó caer desenfrenadamente sobre la chica, blanco de golpes, violaciones y maltratos constantes, la utilizó como un juguete saciador de deseos y cuando se satisfacía, la tiraba a un lado permitiéndole comida y bebidas pocas veces a la semana o en aquellos momentos en los que recordaba la existencia de su mascota.
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A la Deriva
Short StoryLuego de beber hasta la inconsciencia, una joven se despierta en un yate desconocido en el que tendrá que mantenerse alerta ante las posibles amenazas que enfrentará.