Primavera

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Su primavera siempre fue alegre, pero esa primavera iba a ser la mejor. Esa primavera nacería su amado y esperado hijo.

Habían preparado todo, la habitación, habían mandado a hacer una silla de madera, una cuna, todo. Estaban gozosos de alegría. Claro que se asustaron cuando su hijo avisó que llegaría pronto.

8 horas de parto fueron pocas comparada con la emoción que sintieron al tener al menos entre sus brazos. Aún no abría sus ojos, pero estaban seguros de que tendría unas hermosas esmeraldas. Como sus dos padres. Su piel poseía algunas pecas algo marcadas, herencia de su madre, soltaba pequeños jadeos y se movía de un lado a otro intentando acomodarse mejor en los brazos de su progenitora.

-Hola, mi niño...-

-¡Dios, es tan lindo!-

-Pues claro, es igual a mi hermana-

Matilda sonrió y acarició la cabeza de su hijo, su esposo acariciaba el brazo del menor.

-Es muy tranquilo, igual que tu, hijo-

-En eso no le niego nada, Sra. Tamara, mi Matilda siempre fue muy entusiasta-

-Y lo sigue siendo, suegra...-

Matilda rió ante el comentario de Hernan, su hijo descansaba plenamente en sus brazos, escuchando los latidos del corazón de su madre.

Salieron después de una semanas al no demostrar ningún problema. En su hogar se hallaban todos sus familiares para darle una cálida bienvenida a su hogar.

-Y aquí está, el más amado, el más esperado, el niño más lindo del mundo, ¡Matthew!-

-¿Matthew? ¿No había más opciones?-

-¿Qué tiene? A mi se me hace divertido. Ahora podrán decir con todo gusto 'Matthew De León' además Hernan y yo acordamos de que si era hombre le pondría nombre yo-

-Pues me parece un buen nombre, ¿Cuándo lo registran?-

-Pensábamos hacerlo mañana, debo llevar testigos, así que pensé en sus padrinos-

-¿Y quiénes son los padrinos?-

-Pues tu y Carla-

-Bien, ¿En la tarde?-

-Si, en la tarde-

-Voy a llevarlo a su habitación-

Matthew miraba desde su moises a los adultos aglomerados a su alrededor, todos lo veían con amor, movió sus pies e hizo algunos sonidos guturales, sonidos producidos con la garganta, con algo de curiosidad.

-Lo llevaré a su cuarto-

-¿No tendrá hambre?-

-Le dí un biberón antes de venir-

Matilda subió y dejó a su hijo en la cuna, el infante agarró su dedo con algo de fuerza mientras sonreía, Matilda acarició su mejilla y deshizo el agarre de su hijo.

Amor CategóricoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora