Cap 6: Final

123 5 3
                                    

Mientras estaba desmayado, recordaba aquella conversación con Sophie:

-Todo es perfecto.

-¿Todo?

-Absolutamente todo.

Pero, si todo era perfecto, ¿Por qué este sueño era tan difícil? ¿Por qué se asemejaba tanto a la realidad?

Se recuperó del desmayo. Se empezó a levantar poco a poco, mientras sus ojos parpadeaban. Recordaba que debía estar en la arena, pero no había ninguna arena, ningún dragón caído.

Había un bosque.

Era grande, hasta donde los ojos podían alcanzar a ver, hacía mucho sol, como si fuera verano, y no había rastro de que allí hubiese habido una pelea, y lo más preocupante: John no estaba allí.

Consiguió levantarse, a duras penas, y a la nada preguntó:

-¿HOLA? ¿DÓNDE ESTOY?

Pero no recibió respuesta.

Una sensación de miedo y soledad le recorrió todo el cuerpo, y esa sensación no le gustaba nada. Miro a su alrededor, como si fuera a encontrar algo, pero allí solo había árboles y mucho césped, de un verde precioso, visto solo en los mejores sueños.

Se quedó quieto, mirando a la nada, sin saber que hacer, y con más preguntas en la cabeza que antes. Lo que empezó como un sueño, ha acabado siendo una pesadilla, o al menos eso parecía...

Creía que nunca se iba a mover, que se quedaría ahí quieto para siempre, pensando en todo lo que ha pasado, en las preguntas sin respuestas, pero algo le hizo volver a reaccionar.

Una luz a lo lejos.

Una luz que brillaba tan lejos como sus ojos llegaban.

-¿Y esa luz?

Se fijó todo lo que pudo en ella, pero solo veía una luz que parpadeaba, como si estuviera pidiéndole que recorriera todo el lejano camino para ir hacia allí.

Ya no tenía nada que perder, así que empezó a caminar.

Y caminó, rodeado de árboles que se movían al son del dulce viento, de la brisa. Caminó por un camino de tierra que encajaba perfectamente en aquel sitio.

El tiempo pasaba, el sol se movía poco a poco, señalando que los minutos e incluso las horas pasaban. Y el seguía caminando.

Pero no estaba cansado, ni sentía hambre, se sentía bien pero con miedo, miedo a aquel silencio, a aquella soledad.

Entre tiempo y tiempo, hacía preguntas al aire, a la nada.

-¿A dónde me llevará esa luz?

El camino del bosque terminó y comenzó otro en el que los árboles desaparecieron, y apareció un monte, llano pero precioso a la luz del sol, el cielo más despejado que se podría haber visto nunca. Era como un mundo perfecto, pero con una soledad imperfecta. Todo era tan bonito que a veces se detenía a contemplar el paisaje, y a volver a hacer preguntas a la nada, como si estuviera hablando con su propia mente, como si hablara con alguien como él.

-¿Dónde estoy?

Parecía que con cada paso que daba se volvía más y más loco, ya que, tenía razones para ello: la soledad inmunda en un mundo extremadamente grande, y todas las preguntas que a la cabeza le llegaban, y no era capaz de responder.

¿Por qué no hay nadie? ¿Por qué estaba allí? ¿Qué era aquel mundo? ¿Qué tenía que hacer?

Tantas y tantas preguntas... sin respuesta.

La vida de un soñadorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora