CAPITULO 5

46 3 1
                                    

Hugo

Cuatro días. Habían pasado cuatro días desde que la familia Garber se había instalado en Aldara. Cuatro días desde mi monumental cagada. Cuatro días en los que no había interactuado con ninguno de los cuatro familiares. Hasta ese momento, cuando una mano cerró sus dedos cubriendo mi muñeca y llevándome donde no nos viera tanta gente.

El jardín era un sitio muy transitado por la burguesía, siempre había alguien. Pero las esquinas nunca eran el sitio favorito.

Al girarme vi la esbelta figura de Calista. Mi prometida. Guau. Estaba prometido. Era algo con tanto significado y a la vez con ninguno. El matrimonio es la promesa de un amor eterno, pero en mi caso era la promesa de mi padre con poder. Calista y yo éramos simples eslabones en su plan. Que estuviéramos juntos no era lo más importante, sino un atajo. Pero yo sí que quería encontrar mi verdadero felices para siempre. La persona a la que me gustaría cuidar en la salud y en la enfermedad. A la que no me costaría decir el sí quiero.

Y, quién sabe, igual Calista sí que podría haberlo sido.

En ese momento, sus preciosos ojos azules me miraban. No eran como los de su hermana. Eso era imposible, pero sí que eran bonitos.

-Hola, marido- como si la situación no fuera de por sí incómoda ella estaba bastante tranquila.

-Hola- claro que me caía bien esa chica. Ella no tenía culpa de que nuestros padres fueran idiotas. Le sonreí.- ¿A qué viene esta emboscada?

Su semblante burlón se fue tan rápido como vino.

-No sé si estoy en lo cierto- empezó-, pero si tengo razón corro peligro. Y Tessa también.

No había respuesta que mi mente albergara para responder a eso. ¿A qué tipo de peligro se refería? Claro que en cualquier momento podría caer por las escaleras, pero si influía a su hermana no sería algo tan irrelevante. En el tiempo que se hospedaron aquí había podido observar que su relación traspasaba todas las barreras posibles.

Eran un alma compartida en dos cuerpos.

-¿Por qué? Tranquila, aquí estáis a salvo- ¿qué otra cosa podría decirle? no entendía qué quería contarme-. Nadie puede haceros nada. Estáis protegidas.

En algún momentos mis manos habías agarrado la parte superior de sus brazos con fuerza, a modo de mostrarle protección.

-Lo sé- su voz sonó apesadumbrada. Como la voz de un culpable a punto de confesar un crimen-. Pero no lo entiendes. Todo esto- sus brazos se abrieron para señalar la estancia-, está conectado. Siempre han querido un bien común. Y les da igual qué hacer para conseguirlo.

Si antes estaba perdido, después de eso no era capaz ni de enfocar los ojos.

-Tienes razón. No te entiendo.

Soltó un suspiro de decepción y cerró los ojos cuando se empezaron a poner vidriosos.

-Lo he intentado- su mano bajó hasta el bolsillo de su atuendo y sacó un sobre con la fragancia que ella solía utilizar-. Si tengo razón y me pasara algo- la voz se le quebró-, dale esto a mi hermana. Por favor.

Me tendió el sobre y de repente el suelo comenzó a dar vueltas. Calista siguió hablando, pero su voz se me antojó demasiado lejos para oirla con claridad. ¿Qué se suponía que era ese sobre? ¿Sus últimas voluntades? ¿Por qué a mí y no a sus padres? Apenas había hablado con aquella familia como para que me contara la gravedad de su situación. Y mucho menos teníamos la confianza para que me entregara algo como eso.

Estas mierdas acabarían matándome.

La habitación de Tessa estaba justo enfrente de la mía. Siempre que estaba ella solía mantener la puerta cerrada, por lo que no sería raro que, en ese momento, donde la puerta se encontraba abierta, la habitación estuviera vacía.

EL MEJOR DESASTRE DE MI VIDADonde viven las historias. Descúbrelo ahora