CAPITULO 4

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Hugo


Cuando entré en la ermita, lo hice fatigado, ya que, debido a mi segunda parada en casa de Amelia, llegaba realmente tarde. Pero como no parar. Esa mujer era un apoyo fundamental desde mamá. Era mi lugar seguro. No era una pueblerina más, era una mujer pura, que había quedado ciega en la guerra que se disputó hace años y, a falta de vista tenía lo que yo denominaba como un don. Veía el interior de todo el mundo. Lo demás daba igual. 

Y ahora que había llegado, no tenía fuerzas ni para saludar. Lo que tenía delante me había quitado el habla completamente. 

La capilla en la que me encontraba fue una obra que mi padre pidió hace unos años para que en sus fiestas solo pudiera entrar la realeza. No se permitía gente de bajo nivel social. 

Y mucho menos esclavos.

La chica de cabellos imposibles y bosques en los ojos estaba frente a mi, con el rostro entre las manos. Y podría ser ella. No era tan descabellado y, si escuchase de nuevo  los rumores de su belleza, podría probarse fácilmente.

El encontronazo de antes podría haber sido la primera toma de contacto con Calista.

Calista. Solo escuchar ese nombre hacía que mi estómago quisiera expulsar el desayuno en ese mismo momento. Viendo la parte que me había dejado observar instantes antes, pondría la mano en el fuego por que habría sido la mejor soberana para su pueblo.

Mientras ella iba dejando entrever su rostro, yo volví a recopilar un poco de compostura y mire al  frente para comenzar a presentarme.

-Mi nombre es Hugo Buerger, hijo de Piliph Burger y futuro heredero de Aldara.- Mi mirada se posó en el rey de Odilia mientras me acercaba a él.- rey Carlos, familia acompañante. Es un gusto y un honor tanto para mi como para mi padre poder recibiros en nuestro reino para este...- No podía decir esa palabra con tanta facilidad.- fantástico enlace con vuestra hija, si esta noche considera darme su bendición.

No esperaba que ella chistara. Aunque no sería tan raro que, dado su carácter, tampoco estuviera conforme con la boda. Eso me llamó la atención mucho más de lo que debería. Claro que era una mujer fuerte y ruda, a kilómetros se distinguiría, pero, tener el valor como para replicar algo delante de dos reyes tan poderosos como nuestros padres decía mucho de ella.
Al final esto no sería tan horrendo como esperaba.

Cuando el rey Carlos hizo un gesto de aprobación con la cabeza miré a mi padre para que me indicará mi siguiente movimiento e, indicándome con la mano que me acercará, me fui aproximando hacia la familia Garber.

Unos pasos más adelante mi padre tomó la palabra por mi.

-Bueno,- comenzó.- Como ha dicho él mismo, este es mi hijo, Hugo.- Esbozó una sonrisa que no llegó a sus ojos y mis esperanzas por tener una familia normal, si es que eso existía, se fueron desvaneciendo a grandes pasos.- Calista, espero que esta primera impresión haya sido de tu agrado.

Aunque no haya sido la primera.

Si bien sabía que las bienvenidas no terminaban así, dadas las circunstancias me sabía un poco mal hacer algo tan íntimo como lo que venía a continuación. Pero la insistencia de mi padre era más persistente que mi ansiedad y lo hice.

Me agaché delante del rey y la reina de Odilia, ellos me asintieron para dejarme ir, a la que supuse que era la hermana de mi prometida le hice una reverencia exageradamente elegante.
No me había parado lo suficiente como para percatarme de la belleza que ella también albergaba. Su cara tenía unas facciones maduras y estaba demasiado maquillada. Su sonrisa era perfecta, con todos sus dientes alineados correctamente, blancos y relucientes como perlas. El cuerpo estaba definido y proporcionado. Había elegido un gran vestido con el que se le resaltara la cadera. Pero nada de eso era comparable con la siguiente chica. 

EL MEJOR DESASTRE DE MI VIDADonde viven las historias. Descúbrelo ahora