Ramstro

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—¡€&&/€:"/&:)/&!—Gritaba el Tumbro en un idioma desconocido a la vez que me golpeaba.

Me tenia agarrado con su cola y me abofeteaba con sus gigantescas manos. Escuchaba como el público le abucheaba y me animaba a que me liberara, les hubiera agradecido si no tuviera sus puños en mi cara.

La criatura me lanzó contra la pared del coliseo con fuerza, la pared se resquebrajó un poco por el impacto. Aquel monstruo corrió para embestirse contra mí, pero yo contaba con ello, me aparte saltado hacia un lado en el último momento, él no fue capaz de girar a tiempo debido a su gran peso y se chocó de lleno contra el muro, por poco lo tira abajo.

Aprovechando que aún no se recuperaba del golpe me coloqué detrás de él, le agarre por la cola y empecé a hacerle girar acumulando fuerza centrífuga. Cuando considere que ya lo había mareado suficiente lo lance al aire, me concentre en invocar una lanza y con un "puf" apareció en mis manos, cuando la criatura cayó al suelo le atravesé el estómago con ella, se cubría mucho en esa parte durante el combate así que supuse que sería más fácil por ahí, me salpicó un poco de sangre rosa (o al menos creo que eso era sangre), y le seguí clavando la lanza hasta que murió desangrado. El público estalló en gritos de alegría.

Después de limpiarme la sangre, quitarme el traje de batalla y pasar por la enfermería fui a la salida donde me encontré con el patrón del coliseo.

—Buen trabajo muchacho, ¿no te habrás hecho mucho daño?—me preguntó mientras se retorcía su bigote.

—No se preocupe patrón, nada que no pueda soportar—le conteste restándole importancia.

El patrón apenas me llegaba a las rodillas y tenía un bigote pelirrojo frondoso que siempre se estaba retorciendo, personalmente me parece que su aspecto es bastante gracioso, pero es un tipo agradable y le respeto mucho.

—Cuando el nuevo gladiador se echó atrás pensé que tendríamos que retener a esa bestia un día más, me has salvado el culo chaval.

—No es nada, ya sabes que estoy encantado de luchar siempre y cuando mi padre no se entere.

—Sin problema, con el casco puesto nadie te habrá reconocido.

Mi padre me tenía prohibido participar, decía que soy "demasiado valioso" para jugarme la vida en las peleas, no es que me importe su opinión, pero tiene sus formas de impedírmelo, de todas formas como trabajo ahí de chico de los recados el patrón y los luchadores del coliseo me dejaban entrenar con su equipamiento y luchar en algunas batallas contra enemigos débiles (todo esto a escondidas de mi padre claro), preferiría trabajar como gladiador, pero algo es algo.

—Te invitó a cenar a El Puerco como agradecimiento, no puedo acompañarte porque tengo papeleo que hacer, pero dile a Linda que lo ponga en mi cuenta.— me dio unas palmaditas en la espalda a modo de despedida (tuvo que saltar para llegar a tocarme) y se fue devuelta al coliseo.

Ese había sido el último combate del día así que las salidas estaban llenas de personas, hoy había sido un día ajetreado y estaba un poco cansado,mientras pensaba en que iba a pedir de cenar, bostecé y estire los brazos, alguien que estaba corriendo se chocó contra uno de ellos y se cayó al suelo.

La persona a la que había tirado era una chica que tenía una piel blanca que solo le había visto antes a Theo.

—¡Lo siento mucho!¿Estas bien?—me disculpe ayudándola a levantarse.

De pie me fije más en su aspecto, llevaba un extraño sombrero con una estrella bordada y un  jersey de color rosa y morado, su pelo era castaño, largo y despeinado, y cargaba con una desgastada bolsa de cuero.

El faro de las sombras: Los NueveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora