Eran algo así como las seis de la mañana y estaba en un sitio llamado "Llama infernó" ayudando a entrenar a un ninja.
—¿Vamos a seguir durante mucho tiempo?, porque me gustaría dormir algo más antes de que empiecen los combates en el coliseo.
Desde que llegué aquí me había vuelto adicta a aquellos combates, era tan emocionantes como las batallas de los animes, había ido todos los días a verlos.
—Solo una ronda más Tenebris, luego puedes hacer lo que quieras.
—Otra vez con lo del apellido, ya te he dicho que me llames por mi nombre, hasta puedes llamarme Fati si te gusta más.
—Prefiero seguir con el apellido, ahora vuelve a transformarte.—me ordenó seriamente.
—Ya voy, ya voy, ¿sabes Nate? Deberías ser más amable cuando alguien te hace un favor.
Nate se estaba quedando en la habitación justo enfrente de la mía en El Puerco y precisamente por eso, ya que había presenciado mi increíble don, me había pedido ayuda.
—No cuenta como favor si me pides algo a cambio.
Ahí me pillo.
—Supongo que tienes razón.—admití avergonzada.
Cuando me pidió que me levantara a las cuatro de la mañana para ir a al pie de un volcán activo casi me parto de risa, pero entonces caí en que podía sacar algo de aquello, así que a cambio le pedí que me regalara uno de sus kunai.
Motivada por la recompensa volví a adoptar mi forma fantasmal, desde que tenía memoria siempre había sido capaz de volverme intangible y flotar en el aire, la había heredado de mi padre (posiblemente era lo único bueno que me había dejado) y gracias a aquellos poderes me aceptaron en una prestigiosa academia de superhéroes (empiezo el año que viene), y ahora los usaba para convertirme en una diana en movimiento y así hacerme con un arma... seguro que mi madre estaría orgullosa de mí.
Como las veces anteriores empezó a lanzarme kunais mientras yo me movía rápidamente intentando esquivarlos, al parecer era mejor para su entrenamiento que el objetivo estuviera en constante movimiento y como aunque me diera no me hacía ningún daño era perfecta para el puesto.
Y al igual que las otras veces, de los veinte que me lanzó me dieron veinte.
—¿Seguro que lo estás intentando?—me pregunto mientras recogía los kunais.
—Oye, normalmente ni siquiera tengo que molestarme en esquivar nada y tú tienes muy buena puntería, esto es lo mejor que puedo hacer.
—Da igual, me buscaré otra forma de entrenar, aquí tienes lo que te prometí.—dijo mientras me tendía un kunai.
Volví a mi forma normal y se lo quité rápidamente de las manos, mire la cuchilla con fascinación, los objetos afilados me parecían tan guais, entonces noté como el ninja juzgaba.
—¿Qué?—le pregunté de mala gana.
—No estoy seguro de que haya sido una buena idea darte un arma.—me respondió con la misma seriedad de siempre.
—Pues ya es muy para cambiar de idea, Santa Rita, Rita, lo que se da no se quita,—le conteste mientras guardaba el kunai en un bolsillo de mi falda.—vámonos de aquí antes de que te de un golpe de calor.
El tío llevaba un traje ninja negro y rojo súper grueso con una bandana, con el calor que hacía me sorprendía que no se muriera llevando todo eso.
ESTÁS LEYENDO
El faro de las sombras: Los Nueve
Фэнтези¿Alguna vez habéis oido hablar del Reino del Abismo? Probablemente no, pocas personas conocen este lugar, y eso es porque se encuentra escondido en los recovecos del multiverso. En él se encuentra el faro de las sombras, es un faro muy especial con...