Susan

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Ya había pasado una semana desde la pelea contra Amina y muchas cosas habían pasado desde entonces, cure todas nuestras heridas, incluidas las de Yu y Gabriel, con quienes nos encontramos después, los dos estaban aliviados de que los tres estuviéramos vivos y de que yo hubiera vuelto a la normalidad, les agradecí que intentaran ayudarme y ellos me contaron lo que había pasado luego de que me transformara.

Unos días más tarde le expliqué a Ramstro la verdadera historia de cómo acabé poseída por Amina, me sentía fatal por haberle mentido cuando me preguntó en mi casa, él ha sido muy amable conmigo y después de todo por lo que le había hecho pasar merecía saberlo, esta vez fui capaz de contar la historia sin llorar, tal vez porque ahora tiene un final feliz, sin embargo, al terminar de contarla él sí que se puso a llorar y me dio un enorme abrazo, no sé si estaría mal, pero verle tan triste por mí me hizo muy feliz .

Habíamos acabado convirtiéndonos en muy buenos amigos, y eso por supuesto también incluía a Ber, desde entonces me parecía que sonreía más, no se lo he mencionado por miedo a que le de vergüenza y pare, me gusta verlo así, tiene una bonita sonrisa.

Aún no consigue que su máquina funcione como quiere, pero le sirve para conectarse a un tal internet, al día siguiente iba a empezar unas clases en... creo que se llamaba universidad en línea usando su electrovisor (que ya arreglo.)

Al parecer eso le iba a mantener muy ocupado así que ahora estábamos comiendo juntos aprovechando que aún tenía tiempo de sobra.

Ber soltó un bostezo.

—¿Estás cansado Ber?—le pregunté.

—Un poco, no pegó ojo desde que Ramstro duerme en mi cuarto.

Ah sí, como Ram aún no puede volver a entrar al castillo está durmiendo con Ber.

—¿Y cómo es eso culpa mía?—contestó sorprendido.

—Porque mientras duermes le pegas patadas a mi cama.

—Venga ya, no puede ser para tanto.

—La primera vez pensé que había un terremoto.

—¡Eh! Te recuerdo que tú fuiste quien me insistió en que me quedara en tu cuarto.

—Porque ibas a quedarte en el de Rosaly.

—¿Y? Ella no lo está usando.

—¿¡Y!? No puedes quedarte en las habitaciones de la gente sin su permiso, está mal, sobretodo si es el de una chica.

—¿Por qué es peor si es el de una chica?

—Eso no es lo importante, mira, si te metieras en mi habitación sin permiso yo me enfadaría.

—¿A-ah, sí?— preguntó nervioso.

—Sí.

—Bueno, si te molesto tanto podría quedarme en la casa de Susan.

—No, que un chico y una chica duerman solos en la misma casa es inapropiado.

—¿¡Qué!?¿¡Por qué!?— exclamó extrañado.

—Ugh,— suspiró exasperado.— Susan, explícaselo tú.

—La verdad es que yo tampoco lo entiendo.

—¿Cómo?

—¿Podrías explicárnoslo?— le pedí.

—Aaaaaah, esto...— se sonrojó ligeramente.—No importa, simplemente sigue durmiendo en mi cuarto, total, mi ciclo de sueño siempre a sido un asco.

—Fantástico, por cierto hablando de eso,— Ram se dirigió a mi.—¿Cómo te va a ti con tu compañera de cuarto?

—Sorprendentemente bien.

El faro de las sombras: Los NueveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora