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Los días pasaban y todo parecía mejorar. Lentamente Shadoune y Anh creaban un vínculo más fuerte.
Ella se comenzó a abrir más con él, llegando a entablar conversaciones sin caer en el pánico, se sentía bien pero sabía en el fondo que estaba mal. Las cosas ya eran demasiado difíciles como para sumar una más a la lista.

En ese momento se encontraban en la mina. Habían bajado ellos dos junto a Quackity y Rubius, mientras Spreen estaba pescando con Missa.
En un momento los otros dos se separaron dejandolos a solas.

—Tengo una duda.— Rara vez ella comenzaba la conversación, por lo que le resultaba raro a su acompañante, causándole curiosidad.

—Dime, soy todo oídos.— Habían llegado a una zona complicada de la cueva, por lo que se encerraron en un cuatro por cuatro en bloques, comenzando a picar derecho.

—Spreen, ¿él y Rubius son híbridos de verdad? Algo escuché que Quackity también es híbrido de pato, pero sus alas están escondidas. Me enteré el otro día hablando con Missa.— Escuchar el nombre de su compañero le generaba una pequeña irritabilidad. Últimamente, ella y el castaño, pasaban bastante tiempo juntos, lo cual molestaba al francés.

—Si. No tengo ni la menor idea de como, tampoco quiero saber, pero si, los tres son híbridos. Como recomendación nunca le toques las orejas a Spreen. Casi pierdo un brazo.— Se rió, aunque desearía que eso haya sido un chiste.

—Mira, diamantes. Picalos tú que tienes el pico con fortuna.— Rápidamente se acercó y pico cada una de las piedras brillantes. Gracias a su herramienta logró conseguir más del triple de lo que había.

—Con esto estamos sobrados. Nos alcanzan para arreglar todas las armaduras.— El pelirrojo acercó su rostro al de la chica, haciendo que ésta se sonrojara.

La situación le causaba gracia a él. Últimamente disfrutaba bastante avergonzar a su compañera. —Le rouge de ton visage est juste magnifique.—

Anh lo empujó alejandolo de ella, con un enfado que ambos sabían no duraría mucho. —Hablá bien, no sé taka taka.— Guardó lo que habían conseguido en su mochila, para luego arrancar a buscar la salida.

—¿Cómo que taka taka? Me ofendes.— Avanzó detrás de ella mientras le enviaba un mensaje a sus compañeros que ya estaban volviendo.

Ninguno podía negar que había una atracción totalmente correspondida, pero no había lugar para el amor en un mundo donde abunda la muerte.

No tardaron demasiado en salir de la cueva, donde se encontraron con sus otros dos compañeros. Al llegar a la casa los recibió un aroma a pescado cocinado que sin duda causaría apetito a cualquier persona.

Missa últimamente se encargaba de las comidas. Había hablado con los chicos que se sentía inútil, ya que no ayudaba en nada y estaba solamente en casa todo el día. Esa era su forma de sentirse útil.

Luego de la cena, la muchacha se había retirado a su habitación ya que le dolía demasiado la cabeza. Casi siempre le pasaba luego de ir a minar por demasiado tiempo.

Se recostó sobre su cama mientras observaba el techo. Sentía que flotaba, era una mezcla de sentimientos y emociones que últimamente no podía controlar.
No sabía si quejarse del dolor de cabeza o de el pequeño sentimiento que iba creciendo en ella a cada momento que pasaba con el francés.

Absorta en sus pensamientos no notó que alguien la observaba por el pequeño espacio que quedaba entre la puerta.

—¿Puedo pasar?— Del susto pegó un mini saltito y se sentó en la cama.

—Por dios Missa. Casi me matas del susto. Pasa— Se corrió dejándole lugar en la cama a su amigo.

Éste le traía un té de manzanilla, que según el castaño, servía para el dolor de cabeza. Ella le agradeció y se acomodó para evitar que se derramara en la cama.

—¿Estás bien? Has estado rara estos días. Sabes que puedes hablar conmigo, y si no deseas hablar, me podes escribir tanto por mensaje como en el cuaderno.— Siempre tan comprensivo. No importaba la situación, siempre tenía el apoyo de su más fiel compañero.

—Estoy bien. Sólo estoy confundida con algo que siento, que está mal que esté presente.— Una pequeña risita salió del chico, causando una expresión de confucion en ella.

—Vamos, te gusta Shadoune y no sabes como manejarlo.— Escucharlo de la boca de alguien más fue como un balde de agua fria para la chica.

Sentía como su rostro se volvía de color rojo intenso, obligándose a si misma a beber el té para distraerse.

—No tienes de que avergonzarte. Todos nos dimos cuenta de que se gustan, creo que sólo ustedes dos deben de enterarse.— Missa se rió nuevamente y la atrajo a su pecho. Ella dejó la taza a un lado de la cama y se acurruco con él.

—El amor nunca es algo malo. Aveces duele si no es correspondido, pero amar demuestra que somos humanos y si amamos a alguien plenamente saca lo mejor de nosotros. Tu amor es correspondido, lo que lo hace más bello todavía.— Mientras hablaba sonreía, acariciando suavemente si cabello.

—Y si te preocupa en la situación que vivimos. ¿Qué mejor un poco de alegría y esperanza entre tanta maldad y oscuridad?— Quedaron en silencio durante unos minutos, hasta que se escuchó un pequeño gracias de parte de la chica.

—No tenes que agradecer nada, sabes que mientras yo esté vivo, siempre vas a poder contar conmigo. Nunca te dejaría sola.— Duraron en esa posición hasta que ella cayó dormida.

Él la acomodó suavemente para no despertarla, la tapó y le dio un pequeño beso en la frente.
Cuando salió de la habitación no pudo evitar que cayeran unas pequeñas lágrimas que secó rápidamente.

El sabía perfectamente el poder del amor, después de todo, él la amaba inmensamente a ella.
Su amor no era correspondido, pero la amaba tanto que con sólo verla feliz, ya era suficiente.

Minecraft Extremo - Team Vacío LegalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora