CAPÍTULO TRES

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Gia.

En cuanto cierra la puerta del baño, me dejo caer sobre la cama, tomo una almohada y acallo un grito que me hace mover las piernas.

¡Esto no puede estar pasandome!

¿En qué momento? ¿Por qué? Tantos años sin verlo, sin convivir con él, sin sentirme como…cómo si fuera una puta colegiala. Maldito seas Chase Baker, con sus sexys ojos grises, tu perfecto cabello rubio y tu sensual cuerpo esculpido

Está comprometido.

Cómo le dije, él hizo su vida y yo la mía. Cada uno tiene caminos diferentes, siempre los tuvimos solo que no fuimos nosotros los que nos dimos cuenta, tuvieron que interferir terceras personas que me hicieron pedazos con sus duras palabras y sus prejuicios de mierda.

Mi hijo no forma parte de su vida y no formará nunca, no quiero que lo rechacen y puede que esté siendo egoísta, pero solo pensarán eso las personas que no conozcan a Margaret Baker. Hice bien en alejarme, en huir con mi bebé dentro de mi vientre, donde nadie le pudiera hacer daño.

¿Y ahora? Ahora todo había vuelto y probablemente tengamos que mudarnos de ciudad o de país. Nueve años viviendo en Houston se irán a la basura por culpa de terceros.

Suelto un suspiro alejando la almohada de mi cara y me incorporo observando su teléfono en el buro. Aún escucho el agua de la regadera correr, así que tomo el celular y la tarjeta de la habitación para salir al pasillo.

Marco el número de Louis, quien responde al segundo timbre.

—¿Hola?

—Soy yo, ¿Estás con Chase en la habitación?

—Gia, ¿Cómo es que estás en Canadá? Explícame bien las cosas, no he podido pegar un ojo y…

Me apoyo contra la pared.

—Louis, quiero hablar con mi bebé.

Escucho sus pasos.

—Espera, lo despertaré. —me deslizo por la pared hasta quedar sentada en el suelo.—Pequeño…tu madre está al teléfono, quiere hablar contigo…—un segundo después su voz inunda la bocina del aparato. —¿Mami?

Tengo que morder mis labios para no soltarme a llorar. Tengo mucho miedo.

—Si, amor, soy yo. —respondo. —Escúchame bien, voy a trabajar hasta el domingo, pero ese día por la tarde me verás en casa de nuevo ¿Okey?

—Si, mamá…

Me limpio las lágrimas.

—Te amo un montón, nunca olvides eso. —le digo. —Hazle caso a tu tío y por favor cuídate mucho, prometelo.

—Lo prometo.

Sonrío.

—Bien, ahora pásame a Louis.

Me pongo de pie respirando y rogando que Chase aún no salga de la ducha.

—¿Qué pasa?

—Estoy con Chase, Louis, luego de tantos años el puto destino de mierda nos volvió a juntar. —hablo. —Es una larga historia que ya te contaré cuando vuelva, pero ahora solo cuida de mi hijo hasta que yo vuelva.

—No tienes que pedir eso, Gia. Lo cuidaría con mi propia vida si fuera necesario.

—Gracias, tengo que colgar.

—Cuídate tú también.

Cuelgo volviendo a borrar el número de Louis del teléfono y utilizo la llave para volver a entrar al cuarto encontrando a Chase con una toalla alrededor de su cintura, mi mirada se clava en las gotas de agua que resbalan por su columna vertebral poniéndome más nerviosa.

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