WITH YOU

CAPÍTULO CINCO

Chase

Volvió a huir.

Cuando desperté ella ya no estaba, se fué como la primera vez, siempre se va sin darme una explicación y dejando mi mundo de cabeza, pero está vez no será así, tiene que darme la cara.

Sé que no debería de interesarme en ella de la manera en que lo hago, carajo, soy una hombre comprometido y cometí mi primera falta cuándo tuve sexo con mi ex novia, que además era el amor de mi vida.

Estuvimos juntos por casi un año, la presenté ante mis padres, ante mis hermanos, en serio me enamoré de ella, la amaba y ahora…verla de nuevo revivió todos los putos recuerdos que creí enterrados. Le debo un respeto a Sarahí, llevo años con ella y jamás le he faltado el respeto, jamás la he engañado, no soy esa clase de sujeto, pero en cuanto besé a Gia, todo se me nublo.

Tengo quince llamadas perdidas de mi novia y cuatro de mi madre, no he respondido ninguna desde ayer y ahora no sé si sea una buena idea porque lo único que tengo en la mente es averiguar la dirección de Gi.

—Paolo, necesito que me esperes en el auto, iré en un momento. —le indico a mi chófer.

—Si, señor

Me adentro en el aeropuerto preguntando aquí y allá dónde puedo encontrar al departamento de limpieza. Cruzo tres pasillos y doy con lo que quiero. Si Gia estaba limpiando mi avión, es porque trabaja aquí y tienen que tener la dirección de su casa.

Encuentro a una mujer de espaldas dando órdenes a otras chicas que tienen el mismo gafete que le miré a la morena. Es domingo y probablemente hoy no vino, pero eso no impide que pueda averiguar dónde vive.

—Hola, disculpe.

La mujer se gira mirándome sin entender.

—¿Le puedo ayudar en algo? —inquiere con amabilidad.

—Espero que si, busco a Gia Butler, tengo entendido que trabaja aquí ¿No es así?

Ella mira a todos lados y niega rápidamente.

—No.

Intenta irse, pero me le atravieso impidiendo su paso.

—Por favor, necesito que me pase su dirección, es importante. —le pido. —No se lo diré a nadie, solo…

—Lo siento, señor, pero no puedo. —niega. —Nuestros empleados tienen derecho a la privacidad mediante un contrato que firman al entrar aquí y darle la dirección sería una violación a dicho papel.

Me esquiva para seguir caminando, pero vuelvo a detenerla.

—Puedo llamar al mejor abogado ahora mismo, puedo pedir una junta con la administración o puedo hacer cualquier cosa, pero no quiero llegar a tanto. —la observo. —Solo quiero su dirección.

Es obvio que ya le estoy comenzando a caer mal, sus ojos miran hacia todos lados y al final me da la espalda buscando algo en su tableta. Escribe en un papel para después dármelo.

—Si la mete en problemas, le daré sus datos a la policía y les diré que es un puto terrorista. —me señala. —¿Me oyó?

—Si, señora.

La dejo atrás apretando el papel en mi mano y corro hasta la salida del aeropuerto encontrando el auto de Paolo en el estacionamiento. Tengo una sonrisa enorme en el rostro y el corazón parece querer salirse de mi pecho que la respiración me causa un poco de dificultad.