El egoísta

449 46 35
                                    

Para Jake, su infancia la había encontrado totalmente normal. Sabía quién era su padre. Y él sabía quién era él. Porque iba a visitarlos cuando él era pequeño. Su madre y su padre eran pareja.
La historia era, que su madre trabajaba para sus abuelos. Ahí se conocieron sus padres. Pero su padre estaba casado. Recién casado, para ser más exactos.
Oh, qué cara tuvo Nathan Donfort al enamorarse de otra mujer cuando ya estaba comenzando su vida. Y su madre lo sabía perfectamente ¿pero le importó? Claro que no. Estaba feliz de que Nathan le prestase atención, le comprase joyas, un coche y una casa, desde otra cuenta bancaria separada de su mujer, de la que no sabía nada la pobrecita.
Jake fue el primer hijo en nacer y el que se sintió orgulloso de darle su apellido.

Cada tres meses veía a su padre. Al pobre niño le engañaban diciendo que era por viaje de negocios que por eso no estaba tanto en casa. Pero en realidad, se iba a su otra casa, con su otra mujer, con su segundo bebé: Hannah.
Jake era un niño feliz, con un padre y una madre que le quería, alejado de todas esas mentiras que le ocultaban. La única condición era que no debía de decir quién era de verdad su padre. Era un poco raro, pero el niño era obediente, nunca les negó nada a sus padres. Le llevaron a un buen colegio, con buenos profesores. Era el mimado de la familia Donfort. Y ni si quiera conocía a sus abuelos. Era un pequeño mundo de su madre, su padre a veces ausente y él.

Pero... Todo conllevaba un precio ¿no?

La madre de Jake murió cuando él cumplió los doce años. El niño pensó que entonces, su padre estaría más tiempo con él ¿Y qué pasó? Le abandonó. En un hogar de acogida.
Cada mes le enviaba dinero para que al menos pudiera seguir con sus estudios.
Jake se sintió solo y no lo soportaba. Necesitaba saber qué era lo que estaba pasando.

Y lo descubrió. Gracias a que el interés por los ordenadores había nacido años atrás, aprendiendo cómo localizar un móvil.

Llegó a Duskwood con catorce años, buscando la casa de su padre. Su alegría inundó su cara, al verle salir de su casa.
Iba a correr hacia a él, pero se detuvo al ver unas niñas salir de la casa.
Nathan alzó en brazos a la pequeña, de cabellos rubios, mientras, la mayor de un castaño rojizo se quejaba para que también la levantase a ella.
Una mujer salió de la casa, riéndose. Después besó a su padre. No encontraba lógica para eso.

Continuó siguiéndole hasta su lugar de trabajo, en donde esperó a que saliera un momento y le abordó.
Obviamente, Nathan se asustó y tuvo que gritarle. Luego usó palabras suaves, explicándole que sí, que tenía otra familia y que su madre lo sabía. Pero todo era normal. No pasaba nada por haber tenido esa pequeña mentira, que se podía estar con dos personas a la vez, que echaba de menos a su madre... Y que sentía que no podía estar con él, pero no podía dejar que su familia supiera de él.
Claramente, había vivido con eso toda su vida. Así que no iba a quejarse. Pero le odiaba solo por abandonarlo, por no acogerle en su familia.

Al principio, quería contarle a Hannah quién era, hacerla daño como a él le habían hecho, pero tenía miedo de que su padre se enfadase con él. Pero tampoco fue por eso. No pudo contárselo porque Hannah le cayó bastante bien. Y era una buena amiga. Y ya no se sentía solo. Había conocido a alguien importante en su familia.

Ah... Pero Hannah no sabía quién era él... Lo que provocó que tuviera que cortar lazos cuando vio que empezaba a interesarse por él de una manera bastante romántica. No pudo continuar hablando con ella, era demasiado incómodo.

Y fue cuando volvió a estar solo. Continuando estudiando para un buen puesto en el gobierno, encargado del FBI. A una edad bastante joven. Más joven que cualquiera que trabajaba allí. Y, conoció a Katherine. Un par de citas, unas charlas, y comenzaron a salir en serio, casándose tres años después.

Detrás de las mentiras /DuskwoodDonde viven las historias. Descúbrelo ahora