No todos los inicios son al mismo tiempo

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Tres días antes de la fiesta de compromiso de Jack y Kojiro, en algún lugar de la ciudad...

Qin Shi Huanj, como buen alfa dominante, estaba acostumbrado a reinar por encima de todos, a que siempre lo miraran y le abrieran el paso mientras caminaba, ya que su presencia siempre había sido demasiado llamativa, lo que no sería diferente en aquella ciudad.

Acababa de llegar desde China para concretar un negocio muy lucrativo en el que se iba a aliar con el consorcio Valhala; no obstante, eso ya sería al día siguiente. Mientras tanto el había decidido viajar una noche antes desde su país natal, ya que prefería mil veces estar solo que asistir a una ridícula reunión familiar con su padre. A ese maldito solo lo unía la sangre, así que poco le importaba como se sentía o no.

El azabache nació como Yin Shen, uno de los tantos hijos que tenía el magnate Qin, el cual actuaba como si se tratara de un verdadero rey, ya que al ser un alfa, así como CEO de una de las empresas más fuertes de su país y tener toda clase de conexiones políticas, nunca nadie lo cuestiono en aquel país. Motivo por el cual, el hombre formo a su gusto un harem con toda clase de concubinas y consortes de todos los géneros, de donde nacieron más de doce hijos, provocando así una guerra por la sucesión familiar.

No obstante, esa situación cambio totalmente cuando Yin Shen llego a su adolescencia, ya que al llegar su primer Rut, se descubrió que no solo era alfa dominante, si no que poseía una mutación tan fuerte, que hacia que la mayoría se doblegara ante él solo con mirarlo a los ojos.

Ese día cambio la vida del pelinegro radicalmente, ya que pasó de ser el ignorado hijo de una de las concubinas más humildes, a ser el heredero legítimo de la familia, ya que de inmediato su padre lo eligió para esa posición, no solo por su increíble genética, sino también por la extraordinaria inteligencia que había demostrado desde muy pequeño. Es por ello que su nombre fue cambiado a Qin Shin Huanj y en poco tiempo, debido a su extraordinario manejo de los negocios, comenzó a ser conocido como "el emperador Qin" cosa que ni su padre había logrado.

Es por ello que ahora el azabache vivía con el mundo a sus pies, sin embargo, siempre procuró mantener lo que su madre siempre le enseño que era "el correcto camino de un alfa", lo cual significaba, además de muchas otras cosas, que nunca se impondría a nadie utilizando sus ojos, por lo que comenzó a utilizar todo el tiempo accesorios que estaban especialmente diseñados para disminuir el impacto de esos orbes, siendo el más efectivo, un tipo tela especial, por lo que no era extraño verlo usando una pañoleta sobre sus hermosos ojos.

Esa noche, Qin había decidido matar el aburrimiento saliendo a conocer la ciudad por la noche (y quien sabe, con algo de suerte encontraría alguna compañía interesante) por lo que, después de pedirle a su secretario que averiguara el nombre de algún bar de buen gusto, se dirigió a "Helheim" un piano-bar con las mejores recomendaciones.

El emperador decidió que esa noche no quería llamar tanto la atención por lo que fue vestido con un traje sastre color rojo con finas lineas negras que llevaba bordado un dragón dorado en una de sus solapas, camisa negra y unos lentes negros. Tras llegar al bar, el azabache se sentó en la barra del lugar ya que tenía por costumbre primero estudiar a todos los presentes para después decidir si alguno de ellos valía la pena para conocer y de hecho, al contrario del resto de su tradicionalista familia, para Qin el genero nunca fue importante, bastaba que alguien le gustara como para decidir intentar conquistarlo.

Al estar en la barra, lo primero que pidió el asiático fue un whisky en las rocas, mientras comenzaba su análisis de las personas pero no encontró a nadie que llamara particularmente su atención, por lo que prefirió quedarse en la barra escuchando tranquilamente la música que el pianista tocaba al centro del bar y fue de ese modo que se percato que el ambiente del bar era muy confortable: La parte superior de las columnas tenían decoraciones de estilo griego pero en lugar de las tradicionales flores u esculturas, representaban fuego y seres demoníacos. Cosa que también sucedía en los bajo relieves presentes en varias de las paredes del lugar. Así que todo sumado daba al bar una sensación similar a la de una ópera pero más gótica y oscura que una tradicional; sin embargo, ya que todo el lugar estaba pintado en colores neutros y apenas con unos toques negros, todo se conservaba dentro del marco del buen gusto a pesar de la temática oscura presente en todo el bar.

Durante una miradaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora