Recodar EL Horror

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Asuna


Dios no puedo creer lo que acaba de suceder.Me encontraba en la habitación recostada sobre el pecho de Kazuto, ambos abrazados, ambos descansando en la misma cama, ambos... desnudos.


Tal vez se preguntaran por qué no creía lo que acababa de pasar; pues, bien, basta con decir que tanto Kazuto como yo nos encontrábamos en el tren rumbo a nuestra última parada: "El Capitolio". Esto durante "La Gira de la Victoria", en la que se presenta frente a todo Panem a los tributos vencedores. Este año del Distrito 12 (nuestro distrito), habían obtenido no solo a un vencedor, sino a dos. Todo por aquel truquito con las bayas que había hecho frente a todo Panem poniendo en vergüenza y retando al Capitolio, como algunos dicen, y como un acto de verdadero amor frente a otros; como era el caso de los estúpidos habitantes del Capitolio.


Kazuto  y yo le habíamos hecho mérito al apodo que se nos había puesto: "Los trágicos amantes del Distrito 12", Vencedores de los 74° Juegos del Hambre. Durante ese tiempo yo creía que era solo una estrategia, una salida no solo para mí sino también para mi compañero (fingir un romance para ganar más patrocinadores) pero como siempre nunca me di cuenta, hasta mucho después de salir de la arena y del espantoso Capitolio como vencedores que, para Kazuto había sido real mi amor por él y yo como buena cobarde y embustera que soy huí de lo que aunque no me diera cuenta en ese momento, yo también sentía por él...


Sí amor. Aquella palabra que tanto terror me causaba y que tan confundida me tenía. Aún a pesar de todo no sé cómo Kazuto ha sido capaz de ir tan lejos por mí,desde aquella vez con las hogazas de pan hasta este día, nunca jamás en la vida había conocido a alguien que fuera capaz de darlo todo por mi.Ni siquiera Eugeo, mi mejor amigo desde la infancia había llegado a tanto por mi. Pero no, yo como siempre había arruinado todo y aparte a Kazuto de mí en aquel entonces creyendo que estaría mejor sin mí.


Pasaba el tiempo desde que nos habíamos instalado en La Aldea de los Vencedores, después de haber llegado al Distrito 12 como vencedores (como detestaba esa palabra), días en que tuvimos que fingir frente a las cámaras y que luego de eso nos dejaran tranquilos; pasaba el tiempo como una lenta tortuga.


Eugeo rara vez me dirigía la palabra y nos volvimos demasiado fríos, demasiado distantes. Ni siquiera Eugeo pasaba tiempo conmigo como antes pues solía irse desde temprano a las minas a trabajar y solo un día a la semana lo veía mientras que yo iba a cazar y desahogar toda la impotencia y el sufrimiento que cargaba conmigo día con día.


Creía por fin ya estar en paz pero se sentía tan mal. Toda mi vida había cambiado, pero solo el hecho de ver a mi madre y a mi hermana contentas y a gusto en La Aldea de los Vencedores me daba fuerzas para seguir adelante a pesar de lo destrozada y lo desordenada que estaba mi vida, todo a mi alrededor y dentro mío era un caos. Durante el día sufría de agonía y culpabilidad. Sin embargo, durante la noche los recuerdos de lo que había sucedido en los juegos me atormentaban en pesadillas que no tenían fin: Niños de la cosecha destrozados por mutos y yo misma siendo asesinada una y otra vez por Yuuki,aquella pequeña niña a la cual no puede salvar o por Eiji. Pensaba que no era la única, aunque Kazuto y yo no nos hablábamos sabía que él pasaba por lo mismo. Varias veces al pasar cerca de su casa escuchaba sus gritos y estruendos de cosas rompiéndose y yo me sentía tan impotente de no poder ayudarlo y consolarlo...


Mientras yo gritaba y lloraba, el sangraba y caíamos el abismo. Las cosas de poco en poco iban de mal en peor.






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El Renacer De Una EsperanzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora