Capítulo 01: Este es mi hermano.

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Había un ruido sordo en sus oídos, también podía sentir el frío calando en sus huesos y la inconfundible sensación del ardor en su piel. Su cuerpo estaba empapado por el sudor y todo se sentía pesado. Abrió los ojos de golpe, jadeando cuando sus ojos registraron el lugar en el que se encontraba.

Estaba en esa maldita cueva, donde fue llevado por la Estrella Blanca luego de que lo comprara a sus padres. Aquí consumió el primer corazón de un dragón, aquí empezó toda su miseria.

Cuando sintió que su respiración empezaba a volverse errática, también sintió otra cosa.

El maná.

El maná corría libremente por su cuerpo, sin restricciones y sin atascos. Miró hacia abajo para ver sus manos, el maná rojo se arremolinó desde la punta de sus dedos, iluminando su alrededor.

Pero estas no eran sus manos.

Ni siquiera era porque eran demasiado pequeñas, tampoco porque eran más pálidas, pero el color del maná no era suyo.

Creo un espejo con una cortina de maná, mirando su rostro tierno y sus profundos ojos que se dividían entre rojo y azul. El cabello rojo era largo, enmarcando sus mejillas flacuchas.

Iluminó su alrededor con una llama: en el suelo, había un escrito garabateado a toda prisa. Ayúdalo.

Estaba seguro.

Él era ahora el Dragón Rojo.

No podía precisar qué había ocurrido, estaba en la posada lavando los trastes cuando el dolor se apoderó de su cuerpo, lo ignoró porque era normal sentir dolor, pero las cosas escalaron hasta que se desmayó.

De alguna manera había renacido, tal como la Estrella Blanca, su alma se apoderó de otro cuerpo. El cuerpo del Dragón Rojo.

Solo por su forma élfica podía suponer que el frío y ardor en su cuerpo era porque el Dragón Rojo acababa de experimentar su segunda fase de crecimiento.

Mirando a su lado, se encontró con el huevo negro.

Raon Miru, ¿eh?

El dragón menos dragón que había conocido, mezclándose con humanos y cuidándolos con todo lo que tenía. Arrogante, pero amable. Territorial, pero cariñoso. Era todo un bicho raro entre los dragones, y eso que ellos eran bichos raros individualmente.

No había pensado en mucho cuando envió el huevo negro con ese tipo Redika al continente occidental, pensó que cualquier cosa sería mejor que vivir atrapado en una cueva oscura siendo torturado a diario.

Pero eso fue exactamente lo que el Dragón Negro que nació de ese huevo experimentó.

De alguna manera, sintió que había fallado.

El dragón mestizo alguna vez fue humano, tuvo una familia que lo acompañó antes de que decidieran venderlo, conocía la calidez de una familia y el amor que se vivía.

Encerrado en una cueva por muchos años, el huevo negro era como una familia para él.

Lo había enviado lejos, pero el Dragón Negro todavía encontró la forma de sobrevivir en el mundo solo. A diferencia de él, que necesitó de los corazones de muchos dragones para vivir por otros.

Y ahora estaba aquí, en el pasado, uno que probablemente era diferente, considerando que era un dragón en lugar de un mestizo, tenía una oportunidad para cambiar las cosas.

Podría ser libre ahora.

Podrían ser libres ahora.

Con los pensamientos volando a toda velocidad, agarró el huevo negro, acunándolo en sus brazos mientras hacía que su maná explotara como una flecha dorada hacia la pared.

Red and Blue is Purple || TCFDonde viven las historias. Descúbrelo ahora