Capítulo 02: Mi nombre es...

463 74 7
                                    

Sus compañeros de viaje eran... extraños, por decir lo menos.

Eruhaben era como el Dragón Dorado que conoció; con esa aura de hermano mayor a su alrededor, aunque un poco más burdo en los bordes, posiblemente por estar tratando con otros dragones. Era una presencia reconfortante, un ancla que le trajo lucidez al Dragón Rojo en el camino.

Olienne, por otro lado, era una bola de energía inalcanzable; siempre corriendo por todos lados y riéndose de cosas estúpidas. Parecía disfrutar especialmente de crispar los nervios de Eruhaben, corriendo con alegría desenfrenada cuando el otro dragón se cansaba de sus juegos.

El Dragón Rojo los miró con una expresión tranquila, observando a Olienne saltar sobre la rama de un árbol y a Eruhaben intentando asestarle un golpe.

Ellos dos eran una combinación extraña, pero funcional, de alguna manera.

Eruhaben era cuidadoso, meticuloso en todo lo que hacía y metódico cuando se trataba de realizar alguna actividad correctamente. Olienne era impulsivo, un fiel seguidor de sus corazonadas y un amante de la improvisación. Eran opuestos, pero probablemente fue eso lo que los unió en primer lugar.

Ahora estaban acampando, con la luna brillante sobre sus cabezas y el crepitar de las llamas en la pequeña fogata.

Los dos dragones mayores habían querido alojarse en una posada, retrocediendo ante la firme negación del Dragón Rojo. Al final, Eruhaben se fue a buscar algunas cosas al pueblo cercano mientras Olienne se quedaba cuidando del dragón más joven.

Quién sabía, la Estrella Blanca ya debería tener sus ojos pendientes en todo el continente, no podía arriesgarse a quedar expuesto cuando apenas habían pasado unos días desde su escape de la cueva. No quería regresar a ese lugar, no quería perder su identidad de nuevo.

Olienne estaba tarareando, silbando de vez en cuando al ritmo de alguna melodía. Estaba fingiendo no notar el estado constante de vigilancia del Dragón Rojo.

El chico era extraño, negándose a soltar ese huevo negro que afirmaba contenía a su hermano, queriendo encontrar a su madre incluso cuando dijo que ya había muerto, diciendo que estaba en una cueva antes de darse cuenta de su desliz.

El instinto protector de Eruhaben se había activado, Olienne podría estar haciendo pucheros al ver su posición amenazada si no estuviera preocupado también.

El Dragón Rojo no actuaba como un dragón.

Sin mencionar la actitud tranquila, el chico no se había quejado incluso cuando ellos eran los que decidían el curso de acción del viaje. La única vez que el chico se negó a seguirlos fue cuando dijeron que querían pasar por la posada del pueblo cercano.

O sea que no quería ser reconocido.

Para que un dragón no actuara como uno a esta edad, solo podía significar que había estado cautivo.

Eso explicaría la negativa de ir a un lugar con personas, el apego especial a ese huevo negro, las menciones inconscientes de la cueva, y la actitud de marioneta del chico.

El pensamiento dejó un sabor amargo en su lengua, pensar en todo lo que un dragón debe pasar para dejarlo tan dócil lo enojó.

Pero el otro todavía no les confiaba nada de su pasado, así que solo podían acompañarlo y llevarlo con su madre.

Según la descripción, el castillo blanco debería ser el Castillo de la Luz. Pero si ese era el caso, ¿quién era este Dragón?

El Castillo de la Luz estaba en una de las Tres Áreas Restringidas, nadie podía entrar en ese castillo, que fue dejado por el último Señor Dragón para proteger algo importante.

Red and Blue is Purple || TCFDonde viven las historias. Descúbrelo ahora