Dalilah
Mi mente viaja al lugar donde solía correr, no vivía en el centro de Verona, de hecho vivía a las afueras, en una casa amplia con piscina y esas cosas, pero solía ejercitarme cerca del centro, por eso decidí ir sin escoltas.
Recuerdo las mañanas en el centro donde tenía que levantarme temprano a cumplir con mis funciones en la milicia, los gritos de mis superiores y la hermosa cara de mi general, ese hombre despertaba tantas cosas en mi y cuando por fin estaba logrando mi cometido, un idiota de 1.98, ojos grises, fornido y muy idiota me secuestra.
La cabeza me duele y me levanto en la cama del jefe, del puto rey de Italia, ya no hay cartas de amor explicando lo sucedido, solo una que dice «Paso por ti a las 9:15 p.m.»
No están mis muletas y el imbecil prohibió que me trajeran analgésicos, me levanto como puedo y me dirijo al armario.
Allí reposa una hermosa caja negra con detalles rojos, tiene una nota en un papel rojo con mi nombre así que la abro.
Mi mandíbula de descuelga al ver el hermoso vestido rojo carmesí que se encuentra en la caja, un escote V con encaje en el borde de este, es pegado y tiene una raja en donde va el muslo izquierdo, me encanta mucho.
Tomo mi teléfono y le marco, al cuarto pitido contesta.
– ¿Qué mierda quieres lilah?
– Agradecer por el vestido, es hermoso.
– Ajá, hablando de eso, el doctor ira y te dará un analgésico para que puedas apoyar el pie, te lo tienen que inyectar para que funcione...
– Ni de coña – Lo corto– le tengo pavor a las agujas.
– No me importa, mi mujer no va a ir enyesada a una fiesta así que te jodes.
Me cuelga la llamada, la emoción no se apaga y me apresuro a darme una larga ducha.
Esto es lo que necesito, agua tibia que cae por mi espalda, espuma, el paraíso en otras palabras, salgo como nueva, mi cabello escurre y lo seco a medias con una toalla.
El vestido se me ve increíble, se adapta perfecto a mis curvas y resalta mi culo y mis tetas, lo amo.
Como Adriel lo dijo el doctor viene y mira mi pie, me quita el yeso y aplica el analgésico después de un drama por parte mía.
Los tacones negros se ven hermosos, son de por lo menos 7 centímetros, Sofía arregla mi maquillaje tapando las heridas de la pelea y los moretones, también se encarga de mi cabello haciéndole dos péquelas trenzas y uniéndolas en la parte de atrás, ondula el resto de mi cabello y después de días me vuelvo a sentir como una mujer, alguien decente.
Me quedo hablando con Sofía mientras espero a Adriel, ella me comenta lo qué pasó después de que quedara inconsciente.
Me dijo que según lo que vio y escucho tras la puerta, Adriel solo había hecho comentarios sarcásticos y chistes con lo que dije sobre amar, que el mando a que me recogieran y me llevaran a la habitación después de casi una hora cuando se debía ir.
40 minutos después una camioneta 4x4 se estaciona frente a la casa, Adriel se baja con una venda negra entre los dedos.
Se posa atrás de mi su pecho contra mi espalda, mi respiración se pone pesada, sus manos corren mi cabello e intenta ponerme la venda cosa que no permito.
– En el auto... – susurro y el me lleva a su auto sin quitar las manos de mi cintura.
– Perdón por lo de tu cabeza, aunque luces hermosa.
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Una nueva misión
Ficção Adolescente"Ella es veneno, ella es el diablo, si su nombre se dice todos temen por su destino, sus ojos son fuego y sus labios el infierno, es increíble como el peor demonio lidera en la ley" Adriel Levanchesco pensó. "Necesito alejarme, debo estar lejos de e...