Sentía su mano cubriendo mi boca, mi saliva resbalaba por sus dedos y el deseo nublaba mi vista.
Mis ojos permanecieron cerrados casi todo el tiempo, el golpeteo de sus caderas contra mi cuerpo.Los gemidos de Iero retumbaban contra mi oído, su voz necesitada, la manera en que mi nombre salía de sus labios solamente me excitaba aún más. Pronto la mano que cubría mi boca se deslizó por mi cuello, dándome un respiro de segundos. Poco a poco la presión de sus dedos estuvo en mi cuello, sentía mi piel arder bajo su palma hasta que un jadeo no pudo contenerse más entre mis labios.
La presión en mi cuello se combinaba con el choque de sus caderas, sentía su pecho contra mi espalda, su sudor combinándose con el mío...Pronto mis pensamientos y recuerdos se desvanecieron con dos golpeteos en la puerta de mi oficina. Odiaba esa sensación.
– Adelante
– Mr. Way, hay alguien que desea verle
Tan pronto como mi secretaria le dio el pase a esa misteriosa persona mi cuerpo se paralizó.
– Frank... – Dije con cierta sorpresa.
– Hola
Aquella voz se vio opacada por el sonido de la puerta, estábamos solos, nuevamente desde aquella noche en la que juramos que solamente sería sexo.
– Pasa, siéntate
– No planeo quedarme mucho – Musitó con cierta seriedad al mismo tiempo que hacía un ademán negándome la silla que le ofrecía.
– Bueno... algo debe traerte aquí ¿Quieres contarme?
– Gerard yo...
– Acordamos no tocar el tema
Pasó saliva.
– Voy a enfocarme en mis proyectos personales, no puedo seguir dividiéndome – Soltó a secas causándome una punzada en el pecho.
– Si es lo que quieres, adelante
– Gerard...
Fijé mi vista en la suya, su mirada siempre lograba enternecerme y a la misma vez atraerme como si fuese un imán.
Perdí la noción del tiempo, sus labios estaban contra los míos en cuestión de segundos y mi boca correspondía sin rechistar a esos finos cerezos. Sentí el ápice de su lengua humedecer mis labios, tiraba de ellos de manera sutil entre cada contacto hasta que un conocido ardor en mi labio inferior se hizo presente, me había mordido. La forma en que me besaba lograba desarmarme por completo y lograba tenerme a sus pies.
Logré recargarme en el escritorio cuando los labios de Iero descendieron por un costado de mi cuello a la misma vez que su diestra se deslizaba por mi muslo. Sentía su tacto frío por sobre las medias y en el borde de mi falda. Subió mi pierna hasta su cintura, sosteniéndola con firmeza sin dejar de besarme suavemente hasta encontrarse con mi boca nuevamente.Sus labios eran adictivos.
Poco a poco, el calor del beso fue en aumento al punto que su ropa y la mía estaba desalineándose y estorbando de una menea inimaginable.
Frank soltó una suave risa a lo cual sonreí.
– ¿Qué?
Dije riendo también.
– No puedo desabrocharte la falda, se quedó atorada con tu camisa...
Frank dijo aquello al mismo tiempo que se colocaba de rodillas frente a mí. Verlo desde ese ángulo provocó que una de mis manos se fuera directo a su cabellera, acariciando con suavidad los mechones de su cabello.
Como si pudiéramos leernos la mente mutuamente, Iero me dedico una cínica sonrisa mientras sus manos tomaron con fuerza la tela de mis medias, arrancándolas a su antojo.
Dejando expuesta parte de la piel de mis muslos siguió tirando de la delgada tela hasta que fue suficiente para la comodidad de sus cerezos.
Pronto los labios de Frank Iero hicieron acto de presencia en los huecos de mis ya destrozadas medias hasta que con ayuda de su boca logró tirar de la tela nuevamente, descubriendo uno de mis puntos más débiles.La parte interna de mis muslos tenía marcada las tiras de tela sobrante de las medias, aquellas líneas rojizas se combinaron con húmedos y pequeños besos que Frank lograba dejar así como una que otra mordida.
– Mr. Way
Aquella palabras se combinaron con dos o tres golpeteos en la puerta nuevamente. Me era imposible mantener la calma, Iero continuaba dejando besos cada vez más húmedos en mis zonas más sensibles y aún así, debía aparentar que estaba todo en orden.
– ¿Sí?
– Mr. Way, el Fax está teniendo algunas complicaciones ¿Podría venir a repararlo?
Mierda.
– Claro, enseguida
La estuchamos alejarse mientras reíamos.
– ¿De verdad vas a irte ahora? – Preguntó Frank Iero con un toque de desilusión en su voz.
– Al carajo el Fax
Fue todo lo que pude decir antes de tener los cerezos de Iero nuevamente atacando los míos, tomándome por sorpresa la rapidez con la que se había puesto de pie. Esta vez, el calor había tomado el control de mi cuerpo pues su frío tacto bajo mi falda se hizo presente en cuestión de segundos causándome un cosquilleo por la espina dorsal. Su boca aferrada a mi boca, sus labios y el ápice de su lengua recorriendo cada parte de mis adentros se combinaba a la perfección con su tacto bajo mi falda, tirándome de las medias aún con mas fuerza hasta dejar únicamente restos de hilo aferrados a mis piernas.
Nuevamente sus labios bajaron en un camino de besos por mi cuello hasta tomar la decisión de hincarse nuevamente ante mí haciendo que mi imaginación se pusiera a trabajar casi de inmediato.
– Abre la boca, Frank Iero