CAPÍTULO 2: Segunda Oportunidad

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—¡Sharlize! —la abracé fuertemente— Estaba muy asustada, ¿estás bien? Te he llamado pero no me lo cogías —estaba completamente aliviada.

—Perdón tía, me robaron el móvil y fui detrás del ladrón, pero no lo pudimos alcanzar —se sentó en el sofá y se quitó los tacones— Menuda mierda de noche, ¿eh? Habría sido mejor que nos hubiésemos quedado en el piso —intenté animarla.

—Bueno, al principio me lo pasé muy bien —me senté a su lado— Al menos, si salimos de fiesta ahora, ya no te van a poder robar el móvil —me dio un codazo riéndose.

El domingo pasó volando, y no hice absolutamente nada, ¿arrepentida? Un poco, pero el lunes me pondría a estudiar sin descansos, así que no debería sentirme mal después de todo…

A la mañana siguiente, fui a clase como solía hacer todos los lunes. Fui a secretaría a dejar unos papeles de la beca y me fui al aula, cuando de camino algo me llamó la atención, más bien, alguien. Su pelo ondulado corto marrón, sus ojos del mismo color y su altura, que era un poco más alto que yo, me recordaba a alguien. No podría ser… ¿No creo no? Pero a lo mejor…

Estaba hablando con una chica de apariencia asiática, sus ojos eran negros como su pelo largo, lo tenía muy lacio. Parecía que discutían sobre algo, iban los dos vestidos de azul marino, ella con una falda y él un pantalón. Seguía mirando, esperando poder verlo de cuerpo entero, pues estaba de lado y así no podía saber si era quién yo pensaba.

Se giró y pude confirmar lo que no creía, era él, mi amor platónico durante bachillerato, al que estando en mi clase no le dirigí la palabra ni una sola vez. Era él, esto no me podía estar pasando a mí, ¿cómo iba a ser yo tan afortunada? Parecía que el universo me estaba dando una segunda oportunidad con él, ya que la primera la desperdicié completamente. Esta vez, sí que iba a aprovecharla. Iba a acercarme pero me dio vergüenza, así que me fui corriendo al auditorio.

Si quería aprovechar esta oportunidad, tenía que dejar la vergüenza a un lado… Así no iba a conseguir nada. Aún no me creía que estuviera en mi misma universidad, por favor, llevamos tres meses del curso y no me había dado cuenta… La universidad es muy grande y no estaba en mi clase, era comprensible por una parte, por la otra… ¡¿Cómo no me había dado cuenta antes?!

Las clases se hicieron cortas, no atendí a ninguna, mi mente estaba demasiado ocupada imaginando escenarios ficticios en los que los protagonistas éramos él y yo. ¿Vergüenza ajena? Un poco, pero solo yo era la que lo sabía, nadie iba a saber sobre esto jamás.

Después de mi última clase, decidí irme a casa, no me apetecía ir a la biblioteca hoy, había sido un largo día en cuanto a mi imaginación, la había quemado. Me encontraba recogiendo mis cosas cuando escuché mi nombre, levanté la cabeza y vi a la chica asiática de ropa azul marino; al parecer me buscaba. Yo estaba sentada, acabé de recoger mis cosas metiéndolas en el maletín y bajé las escaleras del auditorio hasta llegar a la puerta donde ella se encontraba.

Ya no quedaba casi nadie dentro de clase, así que nos acercamos a una de las mesas y apoyó algunos papeles de entre todos los que tenía en el brazo izquierdo.

—¿Clásicas, verdad? —nombró mi carrera.

—Exacto.

—Soy la secretaria del Consejo Estudiantil, me han dicho que también serán necesarios estos papeles, deberás rellenarlos y entregarlos en secretaría —señaló los que estaban apoyados en la mesa— Si tienes alguna duda, puedes preguntarme a mí o al vicepresidente.

—Vale, muchas gracias —odiaba el papeleo, no me imagino lo duro que debía de ser encargarse de tu propio papeleo, más el de los demás.

—Tuyet —miramos ambas al frente, la estaba llamando él— Te están buscando dos chicas fuera, ¿te queda mucho? —se acercó a nosotras.

—Ya he acabado Efrén —cogió el montón de papeles y dio varios toques en la mesa con ellos para alinearlos. El chico me miró.

—Espera, tu cara me suena… ¿Tú no estabas conmigo en bachiller? —me había reconocido, grité interiormente, era tan feliz.

—Sí, estábamos en la misma clase —sonreí.

—Mola —volvió a mirar a su compañera— Vámonos ya —y ambos se fueron sin despedirse.

Estaba contentísima, había hablado con Efrén, más bien, ¡él había hablado conmigo! Definitivamente, me estaban dando mi segunda oportunidad, gracias universo por tanto y lo siento por tan poco.

Si lo pensaba bien, tenía que ser cosa del destino, o sea, qué probabilidades había de que fuéramos a estudiar a la misma ciudad, en el mismo centro, realmente el mundo es un pañuelo…

Anduve por los pasillos de la universidad, caminaba por el central, que era muy espacioso. A mi izquierda se encontraban las taquillas, donde iba a dejar un par de libros. Ahí ví a una de mis mejores amigas, Milena, con la que pensaba pasar todo el tiempo en la universidad. Aunque, cuando se trataba de mí, solía estar ocupada, me daba un poco de pena, pero para ella la universidad era lo primero.

Tenía su pelo marrón oscuro rizado suelto, a excepción de dos mechones de delante que los tenía detrás recogidos por dos horquillas. Su piel era morena y sus ojos marrones oscuros. Era un poco más alta que yo, pero casi no se notaba la diferencia.

La saludé, en cuanto se dio la vuelta, desde lejos. Ella me reconoció y me devolvió el saludo sonriente, justo después, se marchó. Iba acercarme a ella, pero al parecer no tenía tiempo.

Después de aquello, volví a la residencia, solo tuve que andar unas dos calles para llegar. Entré en el portal y miré si había correo, las facturas aún no habían llegado. Subí hasta el segundo piso, que en realidad era el tercero, pues la planta de abajo era el número cero. Abrí la puerta con mis llaves y entré, Sharlize estaba en el sofá, en cuanto me vio, me llamó para enseñarme un vídeo que le había hecho gracia.

Estuvimos un buen rato hablando, y dudé en comentarle sobre mi amor platónico, lo llevaba pensando desde que llegué, nunca se lo había dicho a nadie. Pensé que ella era de fiar, así que acabé contándoselo.

—¿Llevas todo ese tiempo pilladísima por él? —asentí con la cabeza gacha, me dio una vergüenza terrible— Ja, ja, ja, qué patética —abrí la boca de sorpresa— Es broma, es broma, espero que cambies más de bragas que de “crush”, porque si no… tenemos un problema —nos reímos las dos. Sharlize me había entendido bien, además le pareció bonito lo de que nos encontraramos de nuevo, sabía que no estaba loca y no era una casualidad— Por cierto —le di mi atención— Hay otra fiesta el sábado… —vio mi expresión de desaprobación y habló más rápido para que la escuchase al completo— Es en una casa enorme, un amigo de la uni me invitó y puedo llevar a una amiga conmigo… Ya te adelanto que esas fiestas son las mejores, todos nos conocemos con todos y se pasa divino de la muerte —sonrió mostrando los dientes.

—Pero yo no conozco a nadie —era una asocial tristemente.

—¡Me conoces a mí! Además, la gente que lleve también a sus amigos será nueva. Me refería a que los que hemos sido invitados nos conocemos entre todos, ya cada quién trae a quién quiera, ¿no me vas a dejar sola no? —puso esa mirada, la de perrito… Yo suspiré cansada, no quería dejarla sola pero tenía que estudiar… — Y la otra fiesta no me supo a nada, así que, ¿qué me dices? —dubité por unos segundos.

—Que eres una mala influencia —había caído en la tentación, en realidad, sí que quería ir de fiesta, con estudiar toda la semana bastaba.

—¡Toooma! ¡Verás lo bien que lo vamos a pasar! —me abrazó fuertemente.

Pasé toda la semana estudiando para ir tranquilamente a la fiesta, sin preocupaciones, lo que no sabía, era que la fiesta me iba a causar muchas más…

HARD TO LOVEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora