Sentimientos

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Tomamos una ducha entre besos y toqueteos intensos, de esos que te hacen suspirar fuerte y estremecer hasta las entrañas. Sus manos son puro fuego, me gusta que se deslicen sobre mi piel con esa suavidad y electricidad tan única y maravillosa. No me canso de besar sus labios y hacerlo vibrar bajo mi poder.

Ese morenazo sabroso me tiene vuelta un ocho, más tragada que media de torero. 

***

Una vez la pasta con carne y queso que hice con la ayuda de Leonardo estuvo, nos sentamos a comer mientras comentábamos de ir a la noria. Me hacía mucha ilusión desde la primera vez que la vi, pero no habíamos tenido oportunidad con todo lo que ha pasado, por lo que esa tarde estaba dispuesta a ir y ver toda la ciudad desde ese punto tan alto. Debe verse una vista preciosa.

Estábamos a punto de salir de la casa, cuando mi teléfono sonó. Una sonrisa enorme se dibujó en mis labios al ver que se trataba de mis padres. Estoy loca porque llegue el día en que estén aquí conmigo. 

—Hola, mi amor, ¿cómo estás? ¿Cómo va todo por allá? 

—Bien, pa. ¿Y ustedes cómo están? Los extraño mucho —vi a Leonardo cerrar la puerta de la casa y nos devolvimos a la sala—. ¿Cuándo será el día que se vengan? 

—Nosotros estamos muy bien y también te extrañamos muchísimo. Te llamaba precisamente por eso, muy pronto estaremos juntos.

—¡¿En serio?! —me emocioné de más—. ¡Dime cuándo! 

—Si todo sale bien y Dios lo permite, estaríamos viajando dentro de cinco días. 

—¡¿Cinco días?! Oye, ¿por qué no me dijiste antes que van a venir tan pronto?

Escuché a mi mamá y a mi hermano reír y sonreí. 

—Era una sorpresa, cabezona, pero mi mamá no ha dejado de insistir en llamarte a contarte. 

—Ya no es tan sorpresa, enano. 

—Es que no tengo la culpa de contarte lo emocionados que estamos de verte después de toda una eternidad. Además, considero que el amigo de tu papá debe estar al tanto de nuestra llegada. ¿Y si caemos de sorpresa y lo agarramos en un mal momento? No me parece.

«No es conveniente ni grato que lleguen de sorpresa y nos agarren con las manos en la masa».

Mi pensamiento me hace mirar a Leonardo, quien arruga la nariz en modo de pregunta y niego con la cabeza.  

«La puta que lo parió, ¿cómo se supone que vamos a manejar las cosas cuando ellos lleguen?». 

No sabemos lo que somos, pero sí tenemos muy claro que no nos podemos quedarnos quietos cada vez que estamos muy cerca del otro, que los besos parecen ser interminables y ni que decir de las caricias que van y vienen como fuego. Acabamos de tener sexo, lo que complica todavía más esta extraña relación, aun así, desearía volver a sentirlo muy profundo en mis adentros.

—¿Si nos escuchas, hija? 

—Aquí estoy —carraspeé—. ¿Qué me decían? Como que la comunicación se cortó por un momento. 

—Te decíamos que si estás feliz de que vayamos a estar todos juntos al fin.   

—Por supuesto que estoy muy feliz, mamá. No veo el momento de que lleguen. Cinco días serán una eternidad a comparación de los meses que hemos estado lejos. 

—Cinco días pasan volando, mi amor. 

—Lo sé, papá. 

—¿Cómo está Leonardo? ¿Cómo sigue de su pierna? ¿Si está siguiendo las instrucciones del doctor? 

Condena[✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora