1- Los de afuera

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En el bosque no hay humanos. 

Existe el ecosistema, la naturaleza, los árboles, las flores, los riachuelos, la luz del sol en el día y de flamas y estrellas de noche. Ahí viven las manadas que dominan el territorio del sur de Corea, desde la montaña de Gwanaksan, el clan de los Kim, en Hwangnyeongsan, el clan de los Min, de Mudeungsan, los Jung y un clan siempre en movimiento originario de Jeju, los Park.

Las flores reconocen el aroma de los híbridos, lobos que cambian forma, hijos de la luna. Las crías de lobos pasan la mayor parte de su tiempo jugando en cuatro patas, mordiendo las orejas de sus amigos y persiguiendo a otras especies, es a partir de la fauna que los pequeños identifican las primeras barreras que conocerán en su vida, límites entre territorios, marcados con pétalos.

Para los Kim, la flor que los distingue es las hortensia, estas rodean la zona de cacería, la más alejada del área de cabañas donde vive su clan, un miembro sabe que está demasido lejos cuando divisa su forma peculiar, entonces aulla para que un adulto más experimentado lo guíe de vuelta a casa. 

Incluso los nómadas, grupos de lobos viajeros, exploradores o que prefieren vivir fuera de las normas de la sociedad reconocen cada planta y su relación con uno de los asentamientos oficiales, cuando deben pasar por un área poblada envían a un representante para solicitar permiso y así continúan su camino.

Además de las flores, los lobos se guían partiendo de feromonas, partículas microscópicas que envían mensajes químicos básicos, como el rango del emisor (alfa, beta, omega), advertencias intimidantes con feromonas pesadas de alfas, o incluso estados anímicos.

Los lobeznos más intrépidos que vagabundean por los límites no se atreven a cruzar al otro lado ante la fuerte presencia de feromonas de alfa, que los obligan a volver a las áreas seguras.

Los alfas pueden emitir feromonas que intimidan a los rangos restantes, son los líderes y protectores de sus territorios, sus aromas son fácilmente reconocibles, a resina o a madera, los betas por su parte están a cargo de la educación de los tres rangos, sus feromonas son neutras, huelen levemente como jazmín o algodón. En última instancia, los omegas, si los alfa protegen con su destreza física, los omegas lo hacen con su inteligencia emocional, son los diplomáticos, fomentan las buenas relaciones entre los clanes y entienden de forma casi intuitiva las necesidades de los demás, estos lobos poseen feromonas con aroma a lavanda, rosas, geranios, vainilla o canela.

La sociedad de híbridos mantiene un necesario equilibrio entre sus miembros, bajo normas de cumplimiento obligatorio, como el respeto a las fronteras, a sus líderes y a la diosa de la luna, obedeciendo sus mandatos. Según la leyenda, la diosa dio a luz a la primera pareja de lobos, un Alfa y un Omega, les permitió correr libres y les entregó la tierra en que habitaban.

Muchos milenios después, fue la misma diosa quien respondió el aullido desesperado de su pueblo, que sufría ante la especie que camina erguida, los humanos. Temiendo la inteligencia de las que llamaron "bestias del bosque" los humanos iniciaron un genocidio en contra de los lobos, quemaban sus asentamientos, disparaban metales que ninguno de ellos podía extraer y los dejaban a su suerte, ante la mirada desesperada de sus hermanos.

La diosa les dio la capacidad de alzarse en dos pies, adoptando la forma humana a voluntad, los volvió híbridos únicos en el mundo y con esa habilidad se infiltraron en las sociedades enemigas, robaron sus secretos y se defendieron. Los humanos retrocedieron y declararon zonas de "asentamiento para especies protegidas". Marcaron líneas para separarse de los lobos y estos últimos aceptaron ante el prospecto de paz.

De esta forma, en el bosque no hay humanos.

Durante el segundo milenio, la raza humana ha buscado en secreto la forma de decodificar el ADN de los lobos, pero en apariencia, es exactamente igual al suyo, la especie es un enigma, pues ellos saben reconocer perfectamente a otro lobo gracias a las feromonas que los humanos no pueden percibir. Ese detalle hace que los humanos sean celosos de sus ciudades y vigilen con extrema cautela sus bordes.

S(t)igma «KookTae »Donde viven las historias. Descúbrelo ahora