Capítulo I

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Te huelo en alguna parte, pequeña hembra humana.

Con el escudo gris levantado y resuelto, Sasuke estaba en un frenesí, corriendo de árbol en árbol. Unas largas garras y zarpas se clavaban en la corteza, y luego eran enterradas a medida que avanzaba más rápido. Su movimiento era tan vertiginosamente salvaje que las puntas de sus afiladas armas atrapaban más aire que materia. ¿Dónde estás, mujer? Muy, muy cerca. El olor se filtraba en sus fosas nasales riéndose de él, burlándose, redoblando su esfuerzo. La tierra del planeta era devorada bajo su movimiento hostil. El ramaje volaba a su paso, ya que a su dominante presencia no se le negaba el botín de la victoria. Olerla era tenerla. La muerte vendría rápidamente a cualquiera que se interpusiera en su camino. Más cerca, más cerca.

Podía saborearla en la brisa. La fragancia femenina bailaba a través de su lengua colmando su boca. La excitación retumbaba en su pecho. Su búsqueda pronto terminaría, por fin. No más trasbordador solitario, no más días vacíos que se convierten en noches. Un nuevo hogar, un nuevo planeta y un nuevo comienzo estaban casi a su alcance. Sus garras se crispaban por tocar la suave piel. La fuerte superficie bajo de él, simplemente conectando con la tierra era una bendición. El duro suelo del trasbordador bajo sus pies sería un recuerdo lejano una vez que se asegurara de la hembra y se dirigiera a Bagron. Cada centímetro de él se sentía vivo.

La búsqueda de la hembra se detuvo bruscamente. Sus garras patinaron en el terreno, haciendo volar partículas de tierra marrón. Sasuke frunció el ceño al tiempo que se detenía. Gruñendo, atravesó sus garras en el tronco de un árbol para evitar matar a la interferencia. Había seis machos humanos alrededor de un transbordador maltrecho. Pensó que había olido a una hembra. Sé que lo hice, maldición. El olor había desaparecido, la testosterona llenaba el aire. Los seis hombres, de varios tamaños y colores, estaban bromeando y riendo. Sasuke no sintió ninguna amenaza -miserables trozos de basura-, se apoyó en el tronco del árbol y dejó caer su escudo. Ninguno de ellos se fijó en él. La idea le hizo negar con la cabeza, si hubiera querido, ya estarían muertos.

- "Deberías haber visto al viejo Hidan volando anoche. Que se joda si puede volar. Casi abolla la pared".

Un hombre, caucásico, alto, pelirrojo, se reía tanto que le salían lágrimas por la cara. Otro hombre, más bajo, de constitución más robusta, bronceado y calvo, le empujó y se puso de color rojo remolacha.

- "Vete a la mierda".

Otro, el más grande de todos, le dio una palmada en los muslos y rugió de risa.

- "Nos vamos a joder todos antes de que esa perra abra las piernas".

Perra, una perra de mujer o término despectivo de la jerga humana para una mujer humana. Sasuke escuchó el murmullo de su escudo dentro de sus pensamientos como lo hacía a menudo. Estaba acostumbrado a sus murmullos; a veces ignoraba sus divagaciones, otras veces estaba de acuerdo. Los hombres humanos no tenían imaginación. Tormenta, gato infernal, torbellino, se podía interpretar como algo tierno en lo que a Sasuke respecta. Las hembras, en su opinión, se asemejaban a bestias peludas de cuatro patas sin motivo. Sasuke había descubierto que los humanos empleaban términos extraños la mayoría de las veces. Pero si se trataba de un discurso metafórico, los hombres podrían ser considerados como idiotas, esfínteres fruncidos que vomitan mierda. Idiotas.

- "¿Quién diablos le enseña a una mujer a pelear como en Karate Kid?"

El pelirrojo movió los brazos como un pájaro moribundo y Sasuke supuso que intentaba parecer peligroso. Sasuke resopló. No. Sus bromas eran graciosas, pero se estaba impacientando.

- "He oído que su padre era un SEAL de la Marina".

- "No, hombre, era un Boina Verde".

- "Su padre era un SEAL, y su madre una Boina Verde, y dieron a luz a una intocable".

SxS MIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora