Capítulo V

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Cuando la luz entró por la abertura de la cueva, Sakura protegió sus ojos de los tatuajes deprimentes de la pared. Durante la noche, ella se había girado en los brazos de Sasuke y su trasero estaba presionado incómodamente contra su erección, una erección muy dura y grande. A través de sus apretados dedos, podía ver los movimientos de personas palo moldeando formas para definir a seres extraterrestres que recreaban su injusticia. Tirando de los hilos de su renuente corazón para hacer el duelo de esos seres, Sakura trató de mirar hacia otro lado, quería retirar la mirada. La tristeza la llamaba a través de las imágenes. Algunos pequeños escenarios comenzaron y se detuvieron, incapaces de captar su atención. Su mente estaba abierta y nublada por restos de sueño y la única pesadilla que plagaba sus sueños. La interminable y desolada desazón luchaba en sus pensamientos de la Tierra muriendo. Una nueva figura tomó forma, sin importar cuánto tratara de ocultar su dolor. Un hombre solo luchaba contra una tormenta, rodeado de grises; cielos grises tocaron el suelo bañando sus rasgos con el color odioso. Sakura se quedó sin respiración,

un lodo resbaladizo salía a borbotones alrededor de sus tobillos. La resolución asentada en sus rasgos mientras miraba tristemente en su dirección. Él hizo un gesto para que ella se alejase mientras una dulce última sonrisa iluminaba sus rasgos y él se fue. Envuelto en tragedia. Sakura sabía que la historia era cierta, pero su padre no estaba atrapado aquí. Su amoroso recuerdo era de ella, no de este lugar olvidado por Dios. El alud de lodo fluyó por la superficie lisa de la roca sin querer liberar su mente. Sakura se alejó de Sasuke; enojada y callada, su furia alimentó su movimiento. Atacando a la pared, limpió su mano sobre la imagen, dispersando la escena. Las partículas negras cedieron y ante ella había una pared gris vacía. Minúsculos puntos oscuros flotaban cerca del techo a la espera de una nueva tragedia que escribir. Por un momento se quedó aturdida. Sus pensamientos se habían manifestado en palabras para formar la imagen de los últimos momentos de su padre. Como si su mano fuera un pincel de pizarra que limpiaba las marcas de tiza, había borrado las imágenes. Concentrada, Sakura miró fijamente a la pared superada por la sed de venganza. Escribe esta historia, imbécil. La felicidad, tiempos en los que su vida estuvo llena de amor, colapsó en sus pensamientos. Las partículas negras se arremolinaron, un tornado giró y explotó, y luego con actitud desafiante se detuvo. No hubo tragedias que siguieran a los recuerdos de los picnics, abrazos amorosos, después de los cuales ella se quedó dormida en dulces sueños. Con la mano en la pared caliente, Sakura sintió ira en un objeto inanimado. Un hormigueo le pasó a través de la palma de la mano.

La caverna estaba maldita. Sakura no lo estaba. Sacudió la cabeza y dio un paso atrás. Cuando los puntos se arremolinaron, ella estrechó la mirada. El remolino se detuvo. Nunca más se vería forzada a mirar cara a cara a la adversidad. Ella escribía su propia historia y no terminaba en estas paredes. Empoderada, sintió que las comisuras de sus labios se tensaban. Cuando giró en un círculo lento, ni una sola imagen la asaltó. Afuera el sol brillaba a través de la neblina. Seres de sombra aparecían y desaparecían. Fue a buscar un momento de tranquilidad esperando que Sasuke siguiera durmiendo. El área de prisioneros en su trasbordador tenía un lugar para aliviar las necesidades, pero esto estaba abierto y era vergonzoso. Después de su inquieto sueño, un momento de tranquilidad estaba en su agenda.

Sakura ignoró a las sombras de seres que discutían, los que transmitían su historia, dirigiéndose más cerca de la cueva donde se alojarían. Por el rabillo del ojo captó el movimiento, pero no dejó que la triste historia la alterara. Terminó cuando cada uno agarró un objeto afilado y se sumergió repetidamente en el otro hasta que las sombras de los seres colapsaron. Cuando murieron, fue entonces cuando se dieron cuenta de su amor. Los seres fueron absorbidos por la abertura de la cueva. Después de su experiencia en la caverna, los ocupantes, o quizás los no ocupantes muertos, dejaran de molestarla.

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