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Jason

Estoy sentado en una banca de un pequeño parque detrás del hospital donde está mi padre. Tengo en las manos un café que ya está frió. No me lo puedo tomar, nada entra por mi boca. El mundo a mi alrededor es extraño, lo desconozco ahora más que nunca. Todo está helado, es oscuro, ya no hay color en lo qie pasa frente a mí mientras pienso en mi padre, en su voz, en su cariño y en mi infancia. Pienso en Alison, en mi madre, pero en cada una de esas imágenes está él. Me duele el pecho. Una lástima cae de mi ojo, pero yo la limpio casi al instante. Estoy negado, no puedo hacerlo y no sé por qué. Es frustrante.
De pronto escucho a lo lejos unos pasos que se acercan en el vacío de todo el lugar. No me importa quién sea, seguramente pasará de mí, sin embargo, cuando se detiene frente a mí descubro quién es. Levanto la mirada y veo a Jeady. ¿Qué carajos hace aquí?
—Jason, ¿estás bien? —pregunta en voz baja.
—¿Qué haces aquí, Jeady? —respondo molesto. No la quiero ver a los ojos, no la quiero ver, no quiero ver a nadie. ¿¡Por qué no me pueden dejar en paz!?
—Me dijeron que estabas aquí, tu madre y Alison dijeron que estaban preocupadas por ti.
—Les pedí que me dejaran solo, ellas... ellas necesitan más apoyo que yo porque...
No puedo seguir hablando, se me quiebra la voz y cierro los ojos. Estoy negado a seguir hablando. Me encuentro destrozado.
—¿Necesitas compañía?
—Quiero que te vayas, Jeady. No te quiero ver.
—Jason, no te puedes quedar sólo, tu madre y tu hermana están preocupadas por ti.
—¡Vete, Jeady! ¡Lárgate! ¡No quiero ver a nadie y menos a ti!
—¡Jason, tranquilo!
—¡Basta!
Me levanto de un salto mientras le ordenó que se vaya, ella no se intimida, trata de hablar conmigo, de hacerme entrar en razón, de tranquilizarme, pero ya no quiero seguir escuchándola. Quiero qie se calle y que se vaya, ya no la quiero seguir viendo, ya no quiero que esté a mi lado.
—¡Fuera de aquí, Jeady! ¡Largo! ¡No te quiero, ya no te quiero! ¡Fuera!
—¡Jason!
Mis piernas tiemblan y pierden fuerza haciendo que caiga al suelo de rodillas con un golpe seco, pero alcanzo a sostenerme de Jeady. Ella no me aparta, me sostiene mientras yo me derrumbó en lágrimas.
—Jason, ¿qué pasa, cariño? —dice ella y por un momento puedo escuchar la voz de mi madre protegiéndome después del primer episodio traumático de mi padre.
—Sé fue, Jeady, mi padre se fue y yo soy un imbécil. No le pude decir cuanto sentía haberlo herido y huido de casa para no estar con él. No pude decirle cuanto lo extrañaba, cuanto lo quise y cuanto deseaba volver a casa para estar con él. Jeady, lo perdí y soy un idiota. Todavía necesito a papá, el gran zorro Gregory Warn para protegerme en las noches. Jeady, mi padre.
—Calma, Jason.

Estoy en casa con mi madre, Alison y Jeady. Ella ayuda a mi madre y a Alison para arreglar las pertenencias de mi padre y los documentos necesarios para su entierro. Ya se ha notificado al gobierno del fallecimiento de Gregory Warn por lo cual se va a mandar hacer una lápida especial en su nombre en el memorial de Paz. Pero a mí nada de eso me importa. Tengo en mis manos la sudadera azul que tanto adoraba él. Recuerdo que contaba que su madre le había regalado una parecida, pero que perdió después de la masacre. Fue cuando mi madre le dio una igual y para él lo era todo. Me siento un malagradecido e imbécil. Mi padre habría dado todo por mí y Alison, porque nosotros fuimos su motor, su fuerza para mejorar. Siempre nos diji lo mucho que nos amaba y cuanto deseaba vernos felices. Por eso no objetó cuando me fui de casa. Él sabía que yo no estaba a gusto a su lado y accedió a dejarme ir por un berrinche estúpido. Aún así, no dejó se comunicarse incluso después de que su condición cardíaca empeorará. Hablaba casi todos los días para ver cómo estaba yo y jamás le pregunté a él si se sentía bien, si necesitaba ayuda, algo. Pero él tampoco lo pidió y sé que no lo iba a hacer porque no quería ocasionarme problemas.
Mi padre nunca supo lo que era tener una familia, mi abuelos fueron indiferentes a él. Cuando su padre desapareció en Amista, su madre le dio el cariño que él ya no quería, pero que deseaba. Cuando conoció a mi madre todo cambió para él, tenía mucho más de lo que alguna vez pudo imaginar y luego llegamos Alison y yo y él estaba tan feliz que no podía creer nada de lo que pasaba. Quiso darnos lo que él jamás sintió porque era libre de mostrar amor y cariño sin ser castigado. Mi madre lo apoyó en todo. Él era feliz y yo... lo herí, lo herí profundamente y, aunque sé que jamás me habría reclamado nada, sé que estaba destrozado y odio pensar que fue una de las razones por las cuales su condición empeoró.
Lo necesito ahora, necesito abrazarlo y pedirle perdón y decirle cuando lo quiero. Porque yo adoro a mi padre.
Mi madre se acerca a mí para sentarse a mi lado. No dice nada, sólo me abraza y llora en silencio. Yo la rodeó y me escondo en su pecho como cuando era niño mientras me dejó vencer por el llanto de nuevo.
—Mi pequeño, Jason. Cariño, aquí estoy. —dice ella en voz baja y con mucha ternura. Me siento abrazado por sus palabras, por su cariño. Cuánto necesitaba eso, volver a sentirme seguro, en casa, protegido.
—Mamá, soy un imbécil. Dejé a papá sólo y me largué. Mamá, soy un estúpido. Necesito a papá, necesito pedirle disculpas por ser un malagradecido, por haberle hecho eso. Soy un idiota. Lo extraño.
—Cariño, créeme que tu padre lo sabe.
—¿Cómo? ¿Cómo lo puede saber si cuando me fui sabía que lo odiaba? Nunca pude hacer nada por él, nunca pude darle lo que necesitaba, lo que quería. Nunca pude ser suficiente para él.
Mi madre hace que me separe de ella para verla a los ojos. Sonríe melancólica y se levanta para abrir un cajón. Después de quitar algunas telas, saca una caja con cintas de video y una cámara. La enciende y coloca uno de los videos.
—Tu padre jamás habría esta enojado contigo, nunca te habría guardado rencor por haberte ido. Aunque estaba triste, quería lo mejor para ti, pero también quería estar seguro de que estabas bien. Por eso jamás dejó de buscarte, cariño —me comenta mientras busca una parte en particular del video. Cuando la encuentra me pasa la cámara para que vea.
Es mi padre joven, esta sentado en la cama de hospital con un pequeño bulto blanco en brazos. Él sonríe y llora emocionado. Luego alza la vista y ve a la cámara.
—Liv, es lo mejor de vida. —Dice con la voz rota.
¿Cómo te sientes, Greg? —pregunta mi madre con la voz quebrada.
Cómo alguien nuevo. Liv, en éste momento soy alguien mejor. Jason me hace ser mejor.
Veo a mi madre sorprendido.
—Sí, Jason, ese bultito blanco eres tú. Desde el momento en que tu padre te vio, todo lo que le molestaba y le dolía comenzó a desaparecer. Incluso su trauma empezó a disminuir. Tú lo convertiste en alguien mejor.
Mi madre quita la cinta y busca otra para reproducir. La mete y deja que corra antes de entregármela. Veo a mi padre sonriente, radiante, alegre.
No tuve la vida que imaginé fuera del dolor y el miedo tan fuertes que no existía alegría para mí. Mis padres jamás me quisieron hasta mucho tiempo después justo antes de que los perdiera a los dos. Para él final que me esperaba no sería diferente, pero llegó la luz, un rayito de esperanza que pronto se volvió soleado. Conocí a la conejita de mi vida. Liv, quien me ayudó a salir del mundo oscuro que me rodeaba. Todo era perfecto. Entonces recibí la noticia más asombrosa de mi vida. Iba a ser padre. Tal vez estaba aterrado cuando lo supe, pero quería seguir adelante con todo. Quería vivir. Entonces nació Jason, un pequeño zorro tan diminuto y delicado. En el instante que lo tuve en mis brazos todo lo que fui antes se desvaneció para dejar a alguien mejor, alguien que lucharía por una vida plena para él. De pronto descubrí que nada de lo que había pasado antes me perseguirla de nuevo. Crecer con Jason me enseñó incluso de mí mismo. Me demostró que podía ser todo aquello que siempre deseé, que podía deshacer mi historia para crear una nueva. Jason se convirtió en mi motor de todos los días, en mi fuerza, en mi alegría, en lo mejor de vida.
Jason, hijo. Te agradezco que hayas llegado a nuestras vidas, que me hayas dado un sentido, que me hayas mostrado lo capaz que soy. Te adoro, Jason, siempre lo haré. Eres lo mejor que me ha pasado en la vida junto con tu madre. Siempre te amaré y te cuidaré. Mi hijo, te agradezco.

Las Cosas SeriasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora