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Sana se encontraba en la cocina terminando de preparar el desayuno para las mujeres que más amaba en el mundo, era cuestión de tiempo para que amabas aparecieran en la cocina renegando por tener que ir a trabajar y la otra por tener que ir a la es...

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Sana se encontraba en la cocina terminando de preparar el desayuno para las mujeres que más amaba en el mundo, era cuestión de tiempo para que amabas aparecieran en la cocina renegando por tener que ir a trabajar y la otra por tener que ir a la escuela, aunque sin embargo a la segunda se le pasaba al recordar que vería a su mejor amiga.

Cuando colocó el último plato sobre el mesón de la enorme cocina escuchó las pequeñas pisadas de su hija mezclada con las de Tzuyu quienes venían conversando sobre algo gracioso o eso creyó al escucharlas reír.

—Buenos días mami— gritó Minju entrando a la cocina y corriendo a abrazarla.

—Hola mi amor— respondió tomándola en brazos y dándole un enorme beso en la cabeza.

—Yo quiero uno— bromeó Tzuyu acercándose a ellas y agachándose un poco para que la castaña besara su cabeza, pero fue Minju quien lo hizo— aún mejor que los de Sana.

—Buenos días— le dijo la castaña riendo y dándole un corto beso en los labios.

—Corrección— bromeó tomando a Minju de los brazos de Sana y llevándola hacia una de las sillas— ese es aún mejor.

—¿Cómo durmieron?— preguntó.

—Con los ojos cerrados— respondió Minju— y acostada.

—Muy graciosa— dijo Sana fingiendo una sonrisa— termina tu desayuno que ya debes colocarte el uniforme.

—Mamá Tzuyu me dijo que respondiera eso antes de llegar aquí.

—Chismosa— dijo la chica mirando a su hija.

—Desayunen y sin pelear— las reprendió en broma— ¿Cuándo tuve a mi segunda hija? Porque no lo recuerdo.

Tzuyu se acercó a Sana y la abrazo por la espalda dejando un beso en su cuello, la castaña instintivamente se giró sobre sus pies para quedar frente a su futura esposa y enredo sus brazos en su cuello para poder besarla mientras está llevaba sus manos hacia sus glúteos para apretarlos haciendo reír a la más bajita.

—Las hijas no hacen estas cosas.

—Los adultos son raros— hablo Minju cortando el momento viendo la interacción que antes sus ojos parecía muy extraña— ojalá nunca crezca.

—Continuamos luego— susurró Tzuyu.

—Tu a comer tu desayuno— regaño Sana a Minju— vamos que ya estás tarde.

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𝐍𝐎 𝐌𝐄 𝐑𝐄𝐍𝐃𝐈𝐑𝐄  |「𝐒𝐀𝐓𝐙𝐔」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora