Capítulo 5

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El regocijante mundo de los sueños deleitaba a esa hermosa chica que descansaba plácidamente bajo las verdosas hojas del árbol.

Estaba inmersa en un profundo e imperturbable sueño, nacido del cansancio que cargaba sobre sus fatigados hombros.

Nada parecía ser capaz de arruinar su pacífica odisea en aquel otro mundo, gobernado por la infinita imaginación de su cabeza.

...Pero, en menos de un instante, aquello que se creía como verdaderamente imposible terminó hallando su espacio en la realidad.

Y todo por culpa de unos gritos muy intensos, bastante molestos para quien descansaba.

-"¿Qué pasa?" - Ella preguntó, abriendo sus redondos orbes color carmesí.
-"¿Quién está gritando?" - Agregó a su cuestión, sin adentrarse en la situación que parecía desarrollarse no muy lejos de donde estaba.

Se levantó del suelo, con una lentitud que transmitía el estado más puro de esa calma, o indiferencia, que reinaba en su interior, pese a que los desagradables ruidos seguían viajando a través del aire y llegando a sus delicados oídos.

"Quien sea que esté gritando, parece como una niña pequeña". - Exclamó, frunciendo el ceño ante esa notable incomodidad que le provocaba tal individuo...

¡¡¡ESPERA, NO ES NECESARIO QUE LO HAGAS!!!

Rugió la voz con una fuerza tan tremenda que la joven tuvo que cubrirse las orejas, con las palmas de sus manos, para no sufrir el dolor que seguramente llegaría a experimentar.

-"¿Qué diablos está pasando allá adelante?" - Volvió a preguntarse, expectante por descubrir lo que ocurría al otro lado de la pradera.

Estaba a punto de partir, cuando, con el fin de averiguar el porqué de aquellas desgarradoras exclamaciones que penetraban en su mente, se dio cuenta de un detalle faltante en su ecuación.

-"Hum... ¿Dónde se metió este hombre?" - Formuló, nada más percatarse de la señalable ausencia de su pequeño y reconocible amigo.

Por un instante, la pregunta estuvo rondando en sus pensamientos y fue responsable de que se detuviera en su curso de acción; sin embargo, sería el tiempo mismo quien resolvería su duda...

¡¡¡PANDEMÓNICA, AYUDAME!!!

Así era la manera en la que obtenía su respuesta y unía los hilos de la circunstancia que tuvo lugar mientras ella se hallaba dormida.

No era una conclusión muy difícil de alcanzar, pero sí demasiado increíble.

En esos vastos campos agrestes, tintados por el color rojizo de un infierno bañado en sangre, solamente existía una única cosa que valía totalmente la pena mencionar...

-"No puedo creer que la haya liberado". - Rechazó, haciendo un gesto negativo.
-"Está completamente loco". - Añadió, impulsando su molestia e incredulidad a unos niveles aún mayores.

Por supuesto que su enojo se encontraba bien justificado, sin duda.

Liberar a un demonio encerrado en una jaula no era la mejor de las ideas, incluso para un propio habitante de esos enormes y ardientes senderos infernales.

-"Espero que Modeus no le haya roto los brazos..." - Pensó, preocupada por lo que tal vez podría estar sufriendo su compañero.
-"...Porque si lo hace no tendré quien me haga una buena taza de café; eso sería una desgracia". - Siguió, señalando sus claras y prioritarias preferencias, avanzando hacia el lugar del llamado.

No era un camino largo el que se había propuesto recorrer, pues no pasó mucho cuando, finalmente, arribó al lugar donde acontecieron los hechos.

Y ahí estaban, justo cómo se lo había imaginado, esas dos figuras familiares que creaban un encuentro demasiado interesante.

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