Capitulo 4. La ayuda nunca está de más

47 4 19
                                    

Después de unas clases por la mañana Jhon y yo caminamos por la calle en nuestro descanso de clases sin tener un tema de conversación estable.

—Últimamente hace mucho frío y ya casi es año nuevo —suspira mi gran acompañante haciendo fricción con sus manos para crear calor.

—Solo un poco, se fue demasiado rápido el año —sin poder creer que el tiempo pasó realmente veloz observo mi alrededor sin tener nada más por decir.

—¡Es verdad! Tengo algo que contarte —sonríe Jhon al recordar— Ayer estaba por entrar a una tienda y afuera vi a dos tipos besándose, decían sus nombres entre ellos; recuerdo que uno de sus nombres era Ricardo y el otro Rafa —me mira.

—¿En serio? —soplo una carcajada por la inesperada anécdota por parte de Jhon.
Al estar por dar vuelta en una esquina de tal calle repentinamente me cruzo con un joven que se encontraba al otro lado de la esquina—. Perdón, no me fijé...

Un momento. Analizo el cabello de tal persona antes de terminar mis disculpas, similar al de un fastidioso compañero que conozco. Relevante muchacho alza la mirada demostrando que mis dudas son acertadas.

—De nuevo tú —por un momento me dio gusto verlo, quise sonreír— Algo me decía que ese cabello y la altura de un duende me era similar —solo faltaba que este espeluznante enano apareciera.

—¿Duende? —con molestia Hwan frunce el ceño.

—Sí, esa altura de 1.20 que solamente parece que la tienes —respondo.

—Hola Hwan, buenos días —Jhon a mi lado saluda, es lo malo de él, porque es muy amable con la mayoría de las personas.

—Mido más que tus neuronas, eso es claro —balbucea aquel joven pelinegro.

—¿Hacia dónde te diriges, Hwan? —gentilmente Jhon cambia de tema, para evitar que responda lo primero que dicte mi neurona retrasada.

—Estaba por ir a sus clases, ¿Qué más haría ese cerebrito adicto a los estudios? —hablo por Hwan—. Es lo único que sabe y puede hacer.

—No seas molesto, no tienes que venir a arruinar mi día siempre —Hwan molesto continúa caminando mientras lo sigo, deseaba molestarlo más. Por inercia Jhon siguió mis pasos igual—. Ya tengo que aguantarte estando en tu casa, ¿Podrías darme un respiro?

—Shh, ¿Quieres que repita lo de hace unos días? —sonreí al observar su reacción, se detiene de pronto y voltea a verme avergonzado sin palabras para discutir.
Gira por darme la espalda acelerando su paso con su mirada al frente y con firmeza evitando verme.

Perseguirlo, ¿Por qué?
Ni idea, el recuerdo de ver su asqueroso rostro de cerca era algo tan deprimente.
Pero, ¿Para qué seguirlo?
¿Hay algún motivo?
Estando a su lado me incliné hacia él para susurrarle al oído.
—Te portaste tan bien ese día, espero hayas aprendido la lección de dejar tu enojo y calmarte un poco.

—Que ustedes dos, ¿Hicieron qué? —por otro lado, Jhon aún más confundido malinterpreta la situación caminando más lento para alejarse de nosotros y se queda atrás—. No imaginaba que terminarían así de... cercanos.

—¡No, no! —Hwan alterado da la vuelta para ir directo a Jhon— Yo y Robert no hicimos nada, está mal de la cabeza, solo quiere molestar, no creas nada, es insoportable, por favor solo llévatelo, no quiero escuchar su voz —suplica con tono agotado y una expresión de fastidio.

—Tranquilo, yo me encargo —Jhon me toma por los hombros— Ya tienes traumado al pobre, déjalo en paz y no te portes como un perro sarnoso. Un día de estos levantará una denuncia y te darán una orden de alejamiento —habla como si quisiera dedicarse a dirigir en la corte. 

Hasta la flor más perfecta sufreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora