La casa de Jongho era grande para una sola persona. El segundo piso apenas y había cambiado desde que se había mudado, lo mismo que el sótano y la cocina. Jongho casi nunca cocinaba, solía comer en la calle o comprar comida que solo necesitase calentarse en el microondas. En donde podías encontrar pistas de que en realidad había alguien viviendo en esa casa era en la sala de estar, en donde habían carpetas regadas por la mesa y los muebles, latas de bebidas energéticas vacías en el suelo y los cojines amontonados en un sofá junto a una manta mal doblada, dando la impresión de una cama improvisada.
Condujo en silencio hacía su casa, tomando el recorrido habitual. Si se tratase de una noche de jueves corriente, habría hecho una parada en el mini mercado y habría comprado dos paquetes de ramen instantáneo, un paquete de verduras precocidas y un six-pack de su bebida energética favorita. Pero no era una noche de jueves corriente.
Su mirada se escabullía precariamente al retrovisor, desde donde podía observar a medias el costado de un rostro que se iluminaba cuando pasaban bajo la luz de uno de los faroles de la calle. Habían transcurrido dos semanas desde la última vez que había visto ese rostro. Ahora no había un muro separándolos, y podía ver con una claridad espeluznante el color azul verdoso incandescente en los ojos que completaban el cuadro.
Un mes. Ese era el tiempo estipulado para realizar la prueba en un ambiente práctico. Seonghwa le había dado una mirada especulativa en cuanto le había escuchado hablar sobre la prueba, sus implicaciones y él ofreciéndose como el examinador. Pero siguiendo su instinto, finalmente le había dado el visto bueno.
—Un mes —se acomodo las gafas mientras lo decía, el tono serio de su voz era decidió—. No te preguntare si estás seguro de lo que haces, pero espero que, si en algún momento sientes que es demasiado o que las cosas no están saliendo bien, tengas la consideración de informarlo.
Jongho solo atinó a asentir, presó de un inoportuno mutismo. Había conseguido lo que quería, ahora debía hacerlo. La teoría sonaba fácil, por supuesto.
Estaciono el auto fuera del garaje, el portón se había trabado unas semanas atrás y como no había tenido tiempo de arreglarlo, era más sencillo simplemente dejar el auto afuera. Confiaba en que si algún ladrón de autos se daba un paseo por su calle, preferiría llevarse el lujoso convertible de su vecino antes que su pequeño y nada llamativo Mazda. Miro por el espejo retrovisor y señalo al frente con la mano.
—Estamos en casa.
No espero a recibir una respuesta. Bajo del auto, tomando la caja que se encontraba en el asiento de copiloto. La puerta trasera detrás de su asiento se abrió, una cabellera rubia emergió como un sol que sale de la penumbra. Era más o menos de su estatura, más delgado y se movía con menos libertad, probando los mecanismos de su cuerpo antes de precipitarse a actuar. Sus ojos recorrieron los alrededores, captando cosas que él no podría. Sabía muy bien como trabajaban los ojos, la forma en la que recibirían la información y la transformaban en códigos numéricos que se almacenarían en el disco duro dentro de su cabeza.
—¿Alguna pregunta? —era complicado hacer contacto visual, así que cuando hablo, su mirada estaba puesta en las llaves de la casa, buscando la que abría la puerta principal.
—Sí —la voz que le respondió era tranquila y profunda, sin prisa—. ¿Por qué dejar el automóvil fuera de la casa cuando hay un lugar hecho para guardarlo?
Un musculo en la mejilla de Jongho tembló.
—Porque el portón se daño y no he podido repararlo. Vamos adentro.
En el camino hacia el interior de la casa, Jongho fue presionando los interruptores, dándole vida al entorno. Dejó la caja en un estante y se volvió para observar al objeto, que miraba con detenimiento todo con cuanto su vista se cruzaba. Había algo en la manera en la que se movía, los brazos caídos a los costados y dando pasos lentos, que le hacía sentir un raro hormigueo cuando lo veía por demasiado tiempo. Un valle inquietante que debía ser corregido.
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Proyecto Y.S || jongsang
FanficJongho es un científico a quien se le ha encargado la revisión final del nuevo modelo de ayudante doméstico. Una tarea simple, que tendrá efectos colaterales en su forma de ver la vida.