#3. Reacción del objeto a situaciones problemáticas y/o indeterminadas

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Iniciaba la tercera semana de la prueba; tres semanas desde que Jongho había llevado a Yeosang por los pasillos del edificio, dejando atrás los laboratorios, y había desbloqueado la puerta izquierda de los asientos traseros para que el androide entrara.

Ahora, resultaba casi natural abrir la puerta y encontrar las luces encendidas, el vestíbulo junto con la sala impecable, el olor a comida caliente revoloteando en el aire y a Yeosang en la cocina, concentrado en lo que fuera que se le hubiese ocurrido para la cena. Jongho se asomaría lo suficiente para hacerse notar y recibiría una mirada de soslayo acompañada de un saludo de bienvenida amistoso.

—¿Mucho trabajo? —Yeosang le preguntaría en algún momento que encontrase para escaparse de la cocina y ponerse al corriente con su dueño.

Jongho solía responder alguna vaguedad y le restaría importancia. Aunque descubrió, no con poca sorpresa, que si llegaba a responder que sí, había sido un día fatal y que estaba agotado como nunca, Yeosang le prepararía un té de manzanilla antes de la cena.

Los cambios en la actitud eran procesos previsibles, eran parte de la evolución tanto de los humanos como de otras formas inteligentes. Yeosang poseía un código que le obligaría a cambiar conforme las situaciones en las que se viera involucrado, nunca cometiendo el mismo error dos veces y llevando cada una de sus facultades a un nuevo nivel. Sin embargo, a diferencia de un ser humano real, Yeosang difícilmente lograría despegarse de su forma de ser original. Era una cuestión paradójica, tratada con la mayor de las delicadezas cuando se discutía el desenvolvimiento de la IA, porque el curso de esas personalidades falsas podría llevar a problemas de escala incomparable que acabarían en un desastroso final de película futurista apocalíptica.

Solo hasta cierto punto, la IA de Yeosang sería capaz de imitar y comprender la naturaleza de las personas. Los sentimientos, abstractos incluso para el más aplicado de los científicos de nuestro siglo, estaban fuera de toda consideración. El egoísmo y el amor podían llevar a la gente a cometer las locuras más descabelladas, por no decir peligrosas, dejando espacios vacíos en los argumentos de los perpetradores. Si el riego era así de alto para las personas, no había caso para una inteligencia artificial que no escucharía razones y cuya reacción sería diez veces peor.

Jongho estaba terminando de leer un artículo sobre las últimas actualizaciones que se implementarían en el modelo con el que estaba trabajando, recostado en su parte del sofá favorita, cuando Yeosang apareció y se sentó en el mueble frente a él. Era entrada la noche, la hora de la cena culminada rato atrás. Por lo general, si no tenía mucha prisa en irse a dormir, se quedaría resolviendo algún pendiente o leyendo, como esa noche, mientras Yeosang daba vueltas por los pasillos, ordenando y limpiando cosas de menor importancia. No se acercaría a Jongho a menos que fuese llamado.
Probablemente era por eso que tenía la mirada de ojos oscuros puesta sobre él, atrayendo su atención fuera del párrafo que estaba leyendo. Un cambio en su postura le dio a la escena un aire distinto; ser consciente de que Yeosang estaba actuando por su cuenta, dándole un giro a su comportamiento rutinario, le hizo enderezarse en el sofá al mismo tiempo que la explicación de ese suceso era dada en voz alta.

—Tengo una pregunta.

Jongho notó tardíamente que no la formularía a menos que él se lo pidiera.

—Claro, hazla.

—¿Debo desechar la comida que esta por caducar?

Las cejas oscuras se levantaron, llenas de intriga. —¿De- de que hablas?

—La cantidad de artículos orgánicos que hay en el refrigerador sobrepasa la cantidad necesaria para alimentar a una persona, más contando que no sueles tener el almuerzo en casa, por lo que hay varios alimentos que pronto dejaran de ser buenos para el consumo. ¿Qué debería hacer con ellos?

Proyecto Y.S  || jongsang Donde viven las historias. Descúbrelo ahora