1 de agosto
Tengo la esperanza de que hoy sea el último día en que este diario vea la tinta negra de mi bolígrafo; me gusta imaginar que me llegará a extrañar ya que ha sido el único fiel acompañante que he tenido y me ha ayudado a mantenerme cuerdo desde aquel extraño y aparatoso día.
Henos aquí al borde del intento de mi inminente final, con dicho bolígrafo escribiendo sostenido en una mano y mi arma cargada en la otra; fue el primer modo que pensé, pero el último que creí hacer, solamente esperaré a terminar de poner el orden correcto en estas páginas desaliñadas. Espero con ansias mi final, del cual comienzo a sentir un sabor agridulce en los pensamientos, los nervios me han abandonado y no hay motivo para dudar en un último instante.
Voy a adjuntar las páginas más importantes del diario, por si logra escapar de aquí y alguien lo lea que sepa lo cruel y agonizante de mi destino al que fui tortuosamente sometido.
3 de diciembre.
Las revueltas del pueblo se han vuelto rapaces con histeria y miedo, así que prefiero mantenerme alejado de todo eso, de la absoluta faramalla cristiana y desgastadas creencias... se autodeterminan como un movimiento anti brujas que, en mi opinión, es algo absurdo e innecesariamente sanguinario. Me negué a tener el conocimiento de las cosas horribles que les hicieron a esas niñas... aunque por las noches me trato de engañar a mí mismo con fuerte música para ensordecer los alaridos pronunciados que salían de la colina... me hinco y rezo a Dios por su perdón, y con lágrimas en los ojos grito al cielo ignorando el olor de la carne quemándose.
5 de diciembre.
Los ruidos extraños continúan por las noches, sigo pensando las palabras adecuadas para intentar describir el característico sonido que me perturba. Raros sucesos han estado pasando en el pueblo, pero no pensé que me fueran a acechar aquí, en mi propia casa donde vive mi familia, tengo suerte de no estar en soledad, aquí en la temporada más fría de los últimos tiempos, no por el clima, sino el misticismo que se inclina hacia nosotros. Quizás no hubo rezos suficientes para ahuyentar el besuqueo... si, esa pudiera ser la palabra, el ruido era como un chasquido de labios, muy agudo y constante, resonaba en eco babeante y espeso por toda la casa sin saber exactamente de donde provenía. La noche de hoy sonó con más fuerza en la sala de estar, cerca del recibidor, pero temo ir a revisar, aunque mi cuerpo grita y anhela que desee ir en busca de tan dulce e hipnótico sonido.
8 de diciembre.
El día seis oí por última vez ese infernal ruido por la madrugada y temprano en la mañana desperté con una extraña sensación de haber visto algo tan terrible que mi memoria suprimió ese recuerdo, es una sensación similar a cuando sueño algo tan real y al despertar lo he olvidado y sin embargo el sentimiento de que en realidad si lo soñé permanece ahí luchando deliberadamente por volver al consciente. Vi algo y tratar de recordarlo me está destruyendo la cabeza incluso hoy... Me ausenté estos dos días para tratar de digerir la información que tengo y la situación en la que estoy, pues aquel ruido quemó mis oídos y una figura aberrante fue borrada de mis retinas y de repente me encuentro aquí... lejos y perdido con un hueco en la mente. Me levanté de la cama y como de costumbre miré el reloj, hace varias semanas que no funcionan los relojes, pero esta vez fue diferente: marcaba las doce en punto y en cuestión de segundos regresaba a las once y después a las doce y continúa así en un intervalo infinito. No hay luz de sol aquí, tampoco hay reflejo azul de luna por las noches, sino que se trata de una iluminación antinatural, todo es oscuro y a su vez es como si esa negrura emitiera una luz grisácea y en ocasiones blanca casi moribunda. Me permite distinguir a mi alrededor. Es mi propia casa, son mis muebles, mi alfombra, mi televisor, todo está en su lugar correspondiente... pero mi cama está vacía, mi esposa no está conmigo, mi hija tampoco y el perro se desvaneció. Miré por la calle y no había nadie. Dos días han pasado sin tener ningún contacto con ninguno ser vivo, ni siquiera el sonido de las aves ni el verde de las plantas; todos los árboles perdieron sus hojas, aferrados a la tierra están muertos y podridos sus troncos y una neblina negra muy densa bailotea alrededor como si fueran las hojas, la neblina tiene puntos blancos brillantes que se mueven aleatoriamente en ritmos variados. Es como mirar al cosmos, un diminuto cosmos en la neblina negra de un árbol muerto.
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"El Mensajero" Antología de Terror y Fantasía
Mystery / ThrillerEn un misterioso establecimiento en algún lado perdido del asilo psiquiátrico "La Eterna María" el inspector Andrew Edevanne lleva a cabo una macabra investigación que lo llevará a descubrir terribles saberes ocultos que lo guiarán hasta seres incom...