Una Peculiar Usanza de Vida

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ψ(`∇')ψ El día prometido ha llegadooooooo!!

(~ ̄▽ ̄)~ Alabado sea el poderoso café latte que pedí por error luego de una ardua caminata en el frío y mi mente no proceso no era lo mismo que pedir un chai latte en el local; igual estaba rico pero eso me dejó con mucha energía sobrante que canalice para terminar el capitulo casi de un senton.

Estaba tan energizada que olvide poner sobre su dinámica jajaja
(~ ̄▽ ̄)~ Siento que de todos los pares, ellos tendría lo más estable pero eso no quita que tengan sus tropiezos ocasionales!

Bueno a las notas previas como siempre!

*Ares y Hércules totalmente se me figuran como aquellos que harían ejercicio en las mañanas antes de ir a la oficina a trabajar mientras irónicamente Hermes no carbura tan temprano hasta tener cafeína en las venas.

*Estare intercambiando los nombres de Herakles y Hercules, porque me gusta ser fiel al nombre griego y Hercules es el nombre artístico romano en este universo jajajaja

*Jack aún está en proceso de comprender sus propias emociones, así que tengan paciencia, ta chiquito.

*Literalmente escribí esto por la escena del final.

🔑🔑🔑🔑🔑🔑🔑🔑🔑

El alba apenas despuntaba con una mezcla de colores, que transmutaban de profundos cobaltos a intensos cobres y finalizaban en destellantes dorados, bañando toda superficie del Valhalla. Anunciando de esa manera como las manecillas de un nuevo ciclo solar se ponían en marcha.

Y con ello Hermes, de pie frente a la ventana de su cocina admirando el rocío matutino deslizándose por algunas hojas y flores, se resignaba a otro desastroso día de supervisar el desempeño laboral de dos de sus tantos hermanos.

No era su primera vez -a pesar de no ser el mayor- ejecutando una tarea así; recordando con un poco de nostalgia sus días de cuidar a Dionisio, ya contaba con la experiencia y la paciencia para ello. Tampoco le molestaba llevarla a cabo; siempre podía contar con las ocurrencias de la simpleza compartida de sus hermanos con comentarios inesperados a lo largo del día para discretamente terminar tiritando de la risa detrás de su ordenador.

Cómo el día que Ares preguntó si Heracles se refería a la fruta o el color cuando el semidiós describió un particular atardecer naranja que presenció al añorar un descanso en la playa. Hermes tuvo que usar toda su fuerza divina para sólo dejarse caer suavemente contra su teclado cuando Heracles -luego de unos segundos de silencio- respondió 'como una zanahoria'. En defensa de ambos, tenían semanas en vela trabajando en aquel momento.

Esos momentos eran los pequeños pero grandiosos bonos a sus ajetreados días después del Ragnarök.

Con su termo lleno de café en mano y de frente a la puerta de la oficina que albergaba sus estaciones de trabajo, el mensajero de los dioses tomó la llave correspondiente para abrir el espacio donde en más de una ocasión estuvo apunto de perder la paciencia, de no haber sido por su siempre querido violín para ayudarle a canalizar de manera artística aquellas desesperante emociones al no verse un final cercano a las labores encomendadas por el Padre del Cosmos.

Recientemente Hermes añoraba dedicarse únicamente a los simples caprichos del dirigente griego. Ocasionalmente podía excusarse de aquella oficina cuando a Zeus se le ocurría un nuevo plan para ganarse unos minutos del tiempo del Padre de la Humanidad para pelear. Aquel adagio humano poseía cierto grado de veracidad: uno no sabe lo que tiene hasta que lo pierde, 'aunque sea de manera temporal' se dijo a sí mismo el segundo en edad de los medio hermanos al tomar asiento abriendo su termo y servir el brebaje caliente en una pintoresca taza de colores terráneos.

Los Pequeños Favores Llegan LejosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora