¿Me ama o no me ama?

IX. Perdida

Había regresado al pueblo, su padre estaba enfermo y ya en su lecho de muerte por lo que quiso estar presente para convivir con su padre, aunque aquel hombre mayor no quería que su hijo se deprimiera por verlo en cama por lo que le pidió que fuera a divertirse a la feria, el joven siguió la petición de su padre, quería complacer sus peticiones
Paso algo alejado de la feria, no sentía muchos ánimos cómo para convivir con las personas, igual sentía que los del pueblo lo estaban juzgando por "romper" un matrimonio, así que solo se mantuvo en algunos puestos de comida y juegos de canicas, pasaron algunas horas en aquel lugar, aunque se llevó un susto al ver a su antiguo amor, habían pasado ya muchos años desde que se fue a la ciudad, era sorprendente verlo pues creía que esos sentimientos hacía el estaban completamente muertos

—Chema…— mencionó Chava en un tono bajo acompañado de un suspiro

Observó cómo se marchaba con sus ahijados, agachó la mirada por lo que se marchó también después de eso
Paso cerca de una florería que estaba por cerrar por lo que antes compro un ramo de rosas amarillas con un gran girasol enmedio, también compró una nota donde añadió una frase en forma de disculpa, pregunto a la florista dónde vivía Chema actualmente pues ya había oído sobre el divorcio, al ser un pueblo pequeño era fácil saber dónde vive cada persona pues todos se conocían, regreso a su auto y comenzó a conducir hasta donde rentaba Chema, pregunto al portero por su número de departamento donde se dirigió con tranquilidad dejando las flores en la puerta, después de eso regreso a casa de su padre, al entrar encontró a su madre llorando de forma desconsolada en el comedor, ya suponía lo que había pasado, corrió hasta la habitación de su padre el cuál ya había cerrado los ojos para siempre

—No, no, no mi viejo…— se acercó a la cama sujetando la mano ya helada de su padre —¡Papá! ¡Papá despierta por favor!—

Los gritos se escucharon hasta fuera de la casa, su madre subió y aún con lágrimas en sus ojos abrazo a su hijo —Hijo mío… debemos ser fuertes— mencionó entre sollozos

Salvador solo se quedó en silencio mientras algunas lágrimas escaparon de sus ojos, soltó la mano de su padre y abrazo a su madre, así pasaron la mayor parte de la noche, ninguno de los dos pudo dormir ni tampoco era como que quisieran hacer eso, habían perdido a alguien importante y eso ni el sueño podía replicar su esencia

Al día siguiente llamo a la funeraria, la cuál se llevó el cuerpo, el solo se quedó en la habitación donde se hospedaba, el cansancio lo había vencido, pero no era un cansancio físico, era mental

Se sentía culpable de no haber estado esas últimas horas con el, ahora no podía hacer más su padre se marchó para siempre, sentía su cuerpo muy pesado como para moverse y su mente repetía que era su culpa, que no debió ir a la feria, que debió quedarse con su padre, se quedó más rato en su cuarto hasta que su madre entro

—Chava, tienes una visita— mencionó en un tono dulce intentando ocultar su tristeza

—Dile que quien sea no quiero verle— se aferró más a las sábanas ocultándose bajo ellas

—Chava, le diré que pase a tu cuarto si no sales— suspiro la mujer mientras limpiaba alguna de sus lágrimas

El joven se descubrió y se levantó de la cama, camino con desánimo hasta la sala, aunque paso de sentir una profunda tristeza a sorprenderse por ver quién era

—Hola Chava, tantos años sin vernos ¿No crees? — mencionó el ranchero mientras se levantaba del sofá

—Chema… ¿Qué haces aquí? — cuestionó cortante mientras ponía distancia

—Antes que nada, mi más sentido pésame, en verdad lo siento… — trago saliva para seguir hablando —Tengo que hablar contigo —.