Salimos, yo con una sonrisa y Justin con el ceño fruncido. Caminamos un rato por el campamento, viendo la hermosa naturaleza rodearnos hasta que Justin habló.
-¿A donde estamos yendo?
-A navegar en canoas.-dije emocionada.
-Pero si tú no sabes ni remar.-rió él.
-Pero tú me vas a enseñar. Tú fuiste a pescar con tú padre en un bote.
-Pero yo no remé, remó él.
-Bueno-bufé-, aprenderemos a remar hoy.
Halé del brazo de Justin y corrí hasta el pequeño muelle donde habían canoas de distintos colores y tamaños, divisé una de color rosa y me iba a acercar corriendo cuando Justin me tomó del brazo.
-No subiré a esa canoa ni loco, si es lo que estabas pensando.
-Esta bien-bufé otra vez-, iremos en aquella color verde, ¿si?
-Sí, la verde es linda.
Corrí a la canoa y me senté. Aún estaba encallada.
-¿Qué esperas, Justin?-pregunté risueña-. Empújala y métela al lago.
Justin bufó y empujó la canoa, cuando se estaba alejando de la orilla, aunque no lo suficiente, Justin subió y nos empujó un poco con el remo para poder navegar libremente por el gran lago.
-¿Me puedes pasar un remo, Justin?-le pedí.
Me alcanzó el remo con una sonrisa y lo metí en el agua.
Ambos tratabamos de remar. El barco de iba para un lado, dando vueltas.
-¡Estamos remando en círculos!-rió Justin.
-Rema para el otro lado.-reí también.
-¡No! Yo estoy remando bien.-replicó.
-Entonces ¿por qué vamos en círculos?
-Es que tú no sabes remar.
-Tú tampoco.
Seguimos peleando hasta que después de una vuelta a canoa se volcó. Caímos al agua, quedando bajo la canoa. Nadé por debajo de ella y me encontré con Justin.
-Siempre me tiras al agua.-le tiré agua en la cara.
-Fue tu culpa.-me la devolvió.
-Felizmente no traía Converse.-sonreí.
La orilla no estaba muy lejos, pero igual tendríamos que nadar unos minutos. Además no podíamos dejar la canoa. Justin volteó la pequeña embarcación y me ayudó a subirme, luego yo a él. Esta vez remo él solo, y logramos llegar a la orilla.
Dejamos la canoa donde estaba y pusimos los remos sobre ella. Con una sonrisa nos dirigimos cada uno a cambiarnos en nuestras cabañas.
Cuando entré a la mía vi a Natalia, sentada como indio en su cama, pintándose las uñas. Levantó la vista hacia mí y con una sonrisa me dijo:
-¿Otra vez en el lago con Justin?
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