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Una semana y ya estaba listo para dispararle.

- "Felix, tráeme mi café."

- "Felix, desinfecta tus manos."

- "Felix, tus notas están mal, hazlo otra vez."

Ni siquiera creo que el hombre tenga la maldita palabra "por favor" en su vocabulario. Era como si yo fuera su esclavo y no su secretario. Y lo que era peor: no tenía tiempo para mí.

Mi escritorio estaba en un extremo de su oficina por "conveniencia". ¡Conveniencia mi trasero! Era sólo una excusa para dame órdenes estando cerca.

-Sí, me aseguraré de decirle cuando él llegue. Gracias por llamar.- colgué y escribir en un post-it los últimos detalles relacionados a las reuniones que tenía organizadas para mañana.

Me levanté y lo puse en uno de los muchos espacios limpios de su escritorio increíblemente organizado. Volví a mi escritorio y comencé a revisar algunos de los archivos que necesitaba que fueran enviados. Un momento más tarde, llegó de otra reunión.

-Felix, ¿qué es esto?- lo miré, sin estar seguro de lo que estaba hablando.

-¿Qué sucede, señor?- puso las manos en los bolsillos y se volvió hacia mí.

-Ven y mira.- apreté la mandíbula y me acerqué a su mesa, la miré detenidamente aún sin estar seguro de lo que estaba insinuando- Voy a volver a preguntar. ¿Qué es esto?- con un movimiento de cabeza hizo un gesto a su escritorio y luego me di cuenta de lo que estaba hablando.

-Es un post-it, señor.- ¡dah!

-¿Y qué está haciendo en mi escritorio?

-Lo puse recién, ya que contiene información sobre sus reuniones de mañana.

-Sácalo.

-¿Perdón?

-Quítalo y envía la información a mi teléfono del trabajo. Hubiera jurado que te dije que toda la información sobre las reuniones y en relación con ello: se tiene que enviar a mi teléfono del trabajo.- parpadeé algunas veces antes de inclinarme y quitarlo de su escritorio. Luego se sentó y miró hacia otro lado.

-Lo siento, señor, no volverá a suceder. ¿Algo más?- además de un puño en la cara.

Comenzó a realizar su trabajo, como si me estuviera ignorando.

-Haz reservaciones para dos en un restaurante agradable en el centro. Siete es una buena hora.

Asentí con la cabeza y me dirigí de vuelta a mi escritorio. Por despecho, hice reservas en el restaurante más caro de Seúl.

Hum, eso lo hará... bueno, después de todo era rico, así que ¿qué más daba?

Después, envíe la información a su teléfono del trabajo. No hay necesidad de darle al Señor Orgasmo alguna otra razón para regañarme más.

 No hay necesidad de darle al Señor Orgasmo alguna otra razón para regañarme más

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devil boss | hyunlix Donde viven las historias. Descúbrelo ahora