Hwang Hyunjin es caracterizado por ser un jefe realmente estricto con sus empleados, así que no es conveniente meterse con él. Quien fuera Lee Felix para tener tanta "suerte" y ser asignado como su secretario personal...
✧ Adaptación.
✧ Autora orig...
A la mañana siguiente, ocurrió algo que nunca pensé que pasaría: tuve que despertar a Hyunjin.
-Hwang Hyunjin, saca tu trasero de la cama en este momento.
-iVete!
-¿Quieres repetir eso?- lo reté, alzando las cejas en señal de asombro. Él se movió debajo de las mantas y apretó la almohada contra sobre su cabeza.
-Dije que desaparezcas. No quiero ir a esa cosa estúpida de desayuno-almuerzo.- dijo con tal enfado, notándose su voz ronca. Rodé los ojos y suspiré, mirándolo de soslayo.
-Estás siendo inmaduro, amor.
-¿Y?
¡Tan inmaduro! ¡Esta... esta... esta cosa! Hum, entonces supongo que tendré que recurrir a medidas drásticas:
-Está bien, quédate aquí y yo voy a ir a ducharme y luego olvidaré ponerme ropa interior cuando me vista. Hm, tal vez conozca a alguien lindo que me lleve a casa...
-¡Basta! Me estoy levantando.
Exhibir medidas drásticas aveces funciona.
Sonreí y me paré en medio de la habitación con las manos en las caderas cuando lo vi levantarse. El gruñó y se pasó las manos por el cabello revuelto.
-¿Tu familia es tan mala que no puedes soportar estar algunas horas a su alrededor?- pregunté, con la finalidad de matar el tiempo.
-Sí, lo son.- gruñó, frunciendo el ceño mientras suspiraba de pesadez. Me acerqué a él y envolví mis brazos alrededor de su cintura y apoyé la cabeza en su hombro.
-Si se vuelve demasiado para ti y no lo puedes manejar, podemos buscar algún lugar para escaparnos.- propuse, pues al sentir su cuerpo lo encontré muy tensado. Bajo mis palabras Hyunjin sonrío un poco y puso un brazo alrededor de mi cintura.
-¿Y qué es lo que vamos a hacer en nuestra huida?- su tono de voz pasó a uno bromista, ese que trata de ocultar la verdad. Pero bien, aquello me hizo sonreír y pensar traviesamente, y levanté la cabeza para besar detrás de su oreja.
-Lo que quieras hacer conmigo.- susurré a través de mi aliento que dejé reposar en su oreja erizada. Lo sentí temblar contra mí antes de que me levantara y me cargara hacia el cuarto de baño.
-Realmente te amo, lo sabes, ¿verdad?- dijo, mirándome con esos ojos brillosos que me trasmitían palabras significativas, confiando totalmente en ellas y perdiéndome en su mismo cuerpo y mente. Sonreí ante ello y puse mis brazos alrededor de su cuello.
-Sí, lo sé.- yo te amo más.
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Jugamos en la ducha por una hora y media que nos dejó el tiempo justo para arreglarnos y bajar al almuerzo. Se iba a celebrar en el patio trasero que parecía lo suficientemente grande como para construir otra casa. Minuciosamente decorado, tenía aproximadamente diez mesas y ya se habían reunido unas cuantas personas.