⋆·˚ ༘ * ᴹᵒʳⁿⁱⁿᵍ ⋆·˚ ༘ *

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—Abrí la boca— le dijo el pelinegro tomándolo de la mandíbula y apretando un poco sus cachetes; el mayor le hizo caso y rápidamente juntó sus bocas en un beso profundo y húmedo.

Habían pasado fácilmente dos horas desde que habían empezado, Rodrigo tenía los ojos rojos por las lágrimas que se le habían salido al igual que los labios, que habían sido maltratados por el menor.

Estaba completamente sobreestimulado y ante el más mínimo toque sus piernas temblaban y se quedaba sin aire. Su rostro denotaba cansancio y placer, sus mejillas estaban rojas, sus labios lastimados y su cuerpo bañado por una fina capa de sudor, haciendo que brille ante los ojos del más alto.

—Iv-Iván— apenas podía hablar sin gemir, era demasiado —Ú-Última— suspiró y su abdomen se contrajo seguido de una sacudida agresiva de su cuerpo.

El menor asintió y dejó un beso en sus labios entreabiertos que no paraban de soltar murmullos incomprensibles y jadeos desesperados por un poco de aire.

Se separó lo suficiente como para maniobrar y dar vuelta el cuerpo del ojiverde, quedando ahora boca abajo y con las caderas levantadas por un brazo del más alto, quien aprovechaba para acariciar su miembro en lo que terminaba.

Él simplemente se dejó hacer, sus extremidades no daban más luego de la larga sesión nocturna que habían retomado esa mañana; sentía que su corazón podría explotar de tan acelerado que estaba y le dolían las piernas de mantenerlas tanto tiempo abiertas.

Con su mano libre el pelinegro tomó la nuca del mayor en un arranque de placer al verlo en ese estado, mordiendo su labio inferior y apretando lo suficientemente fuerte como para dejarle una marca, acabando dentro suya luego de oír una vez más aquel gemido largo y ahora con la voz más rasposa de su pareja seguido de una sacudida de su cuerpo, para minutos después relajarse por completo con un suspiro.

Con cuidado salió de su interior y le dió un besito en el hombro a modo de disculpa al oír un quejido de su parte al intentar acomodarse en la cama para no quedar con la nariz aplastada en el colchón.

Rodrigo vio cómo Iván salía de la habitación y sus ojos comenzaron a cerrarse del cansancio sin importarle la extraña sensación al sentir el líquido escurriéndole por los muslos, sus párpados pesaban y su cuerpo ahora necesitaba descansar, sobretodo porque viajaría esa misma noche y necesitaba estar con energía para la mañana siguiente.

Cuando estaba apunto de quedarse dormido la luz de la habitación hizo que abriera los ojos de nuevo con el ceño fruncido, pero no le duró mucho al ver a Iván con una bandeja de desayuno con una taza de One Direction y un paquete de galletitas, caminando con cuidado hacia él.

—Que romántico— le dijo con una sonrisa perezosa en lo que se giraba para quedar medio sentado con un quejido.

—Es lo mínimo que puedo hacer— se sentó a un lado de la cama y dejó la bandeja en una zona más o menos estable del colchón.

—¿Me hiciste una chocolatada?— preguntó con ternura el ojiverde sin poder ocultar la sonrisa, siguiendo todos los movimientos de Iván.

—Si... Era lo que podía preparar más rápido, si no la querés me la tomo yo— dijo rascándose la nariz para disimular su expresión avergonzada.

—Más vale que la quiero, me chupaste toda... Toda la energía wacho— se intentó rescatar pero ambos pensaron lo mismo.

—Toda la pija— río el menor.

—También, también... Pasame la chocolatada que me cago de hambre dale—.

—Comete ésta— agarró la taza para pasársela a Carre riendo y viendo su cara de redención.

—Da boludo... Me cago de hambre con esa— aprovechó para boludearlo pero se arrepintió cuando Spreen volvió a dejar la taza en la bandeja.

Posta tenía hambre.

—¿Querés ver...— su cerebro se trabó, no sabía cómo formular bien la pregunta; se quedó en silencio mientras pensaba y se molestaba por la sonrisa del castaño que solo crecía.

—¿Qué te paso?— preguntó burlesco con un movimiento de cabeza —Antes de intentar provocarme pensá bien lo que vas a decir, pelotudito, disléxico jaja no sabe hablar— río Carre y estiró la mano para indicarle que le pasara la chocolatada, o las galletas, o cualquier cosa que le saque el hambre.

—¿Querés que te la haga probar y me decís después si te quedaste con hambre boludito?— le dijo de una vez moviendo más lejos la bandeja antes de subirse a la cama y acomodarse entre sus piernas por arriba de las sábanas, quedando cara a cara sostenido con ambos codos a sus costados.

—Dale, estás re waska, ¿No te pareció mucho ya?, Osea me encanta, me encantás, pero amigo literalmente no puedo mover las piernas sin que parezca que me hubieran estado cogiendo por tres horas, porque me estuviste cogiendo por tres horas seguidas enfermo waska de mierda, y ayer ni me acuerdo, pajín—.

—Bueno, bueno, me hubieras dicho antes ahora cagate— cerró los ojos como si no lo escuchara y negando con la cabeza rozó un poco sus narices.

—Que lindo, eso fue un beso esquimal, ahora pásame la chocolatada porque de vos solo voy a sacar leche sin chocolate, tremendo asco, y si no me meto azúcar en los próximos cinco minutos me desmayo— dijo rápido para luego dejar un besito en sus labios.

El pelinegro frunció un poco los labios, en parte porque estaba frustrado y quería quedarse más tiempo así, y en parte para mantener un poco más la sensación de los labios del mayor en los suyos.

Finalmente le pasó la chocolatada y el paquete de galletitas.

—¿Qué mierda son estás galletitas Iván?— dijo indignado el más bajo viendo el paquete en sus manos.

—Son merengadas, están buenardas— dijo sacándole el paquete para abrirlo, sacar una y ofrecerle otra.

—Salí de acá enfermo, son malardas, ¿No tenes unas maná rellenas, unas pepas? Antes de eso me conformo con galletitas de agua—.

—No, en esta casa no tomamos pepa— lo ignoró y se quedó con el paquete.

—Yo se que tenés un paquete de surtidas, las ví ayer en el cajón de los fideos, haceme el favor de ir a buscarlas Ivancito— le puso ojitos pero no era necesario, el pelinegro ya se estaba levantando antes de que empezara a hablar —Graciaaas amor— le dijo cuando volvió con el paquete.

Y así comenzaron el día, o la tarde mejor dicho porque estos hijos de puta se levantaban a las dos de la tarde y decían que era madrugar, antes de tener que despedirse porque Carre se iba de viaje una semana por un evento esa misma noche.

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¹¹¹⁶ ʷᵒʳᵈˢ

.𖥔 ݁ ˖ ᴏɴᴇ-ꜱʜᴏᴛꜱ ʀᴏᴅʀɪᴠᴀɴ .𖥔 ݁ ˖Donde viven las historias. Descúbrelo ahora