⋆·˚ ༘ * ᶠᵘᶜᵏⁱⁿᵍ ᵍᵃᵐᵉ ⋆·˚ ༘ *

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La situación era la siguiente:

Iván se había viciado a una serie de Minecraft y llevaba literalmente once días seguidos haciendo directos de más de seis horas jugando, para luego seguir off stream otras tres o cuatro farmeando o construyendo.

Once días en los que había dedicado su completa atención a su vicio.

Once días en los que había desatendido a Rodrigo, que en ese punto parecía el Pou después de una semana sin cuidados por las ojeras y los ojos brillosos; esa última semana y media no había dormido bien ya que le costaba demasiado dormir solo en la cama que comprarían, en la que el pelinegro siempre le daba mimos hasta que se le cierren los ojitos.

Y como Iván estaba la mitad del día en directo no podía ir y sentársele encima para que le dé un abrazo, o mejor dicho no quería -porque poder podía-, él quería demostrar ese tipo de cariño pegajoso en privado; porque si bien no le molestaba ser cariñoso con su novio en público, una cosa era darle un abrazo y otra distinta era ir y pedirle que lo abrace y lo bese hasta que se duerma en sus brazos.

¿Le daba vergüenza? Claro, ¿a quién no enfrente de más de 70000 personas?

Por lo que se resignaba y se quedaba mirándolo desde el sillón con la esperanza de que en una de esas Iván se gire y lo vea allí, con esos ojos de cachorrito atropellado, para levantarse y apagar directo.

Y lo peor de todo era que el pelinegro se quedaba hasta altas horas de la noche hablando por discord con otros participantes, y él oía su voz ya ronca luego de tantas horas hablando y solo le daban más ganas de ir y besarlo para que se calle un segundo. Pero al mismo tiempo fantaseaba con que le hablaba con ese tono al oído antes de irse a dormir y se frustraba más porque no sucedía así.

Soportó esto exactamente catorce días, dos semanas enteras; dos fin de semana en los que ellos no salieron a ningún lado juntos, y catorce días y noches durmiendo y despertando solo en la cama fría.

Cuando despertó esa mañana de invierno, con la cama más fría de lo normal pensó "Este hijo de puta ni siquiera vino a dormir".

Pero eso no iba a arruinar su día, al fin y al cabo hoy sí saldría con Iván.

Se levantó y se puso unas pantuflas, miró la temperatura y hacían veinte grados, calorcito. Definitivamente ya era época de apagar la estufa.

Caminó hasta el comedor ignorando al menor y se hizo un café con leche al que le agregó dos toneladas de azúcar con calma, lo tomó sentado en la mesada moviendo sus pies adelante y atrás; luego con cuidado dejó la taza y fue hasta Iván, que efectivamente se encontraba jugando y con unas ojeras que parecían pintadas, y le tocó un hombro con el dedo índice, llamando su atención.

Eran casi las cuatro de la tarde y el menor llevaba apenas veinte minutos de directo.

A Rodrigo no le pareció tan extraño pues el menor aprovecharía hasta el último minuto para stremear, pero lo que perturbaba un poco su paz era el hecho de que el pelinegro todavía no le había dicho nada; ni un mensaje enviado a las 12:00, ni una carta debajo de la puerta...

Nada.

—¿Qué pasa?— preguntó Iván con la voz ronca pero con su tono inocente.

—¿Apagas? Hoy salimos— dijo bajito con una sonrisa acariciando su nuca.

El menor se enserió y quedó unos segundos alternando la mirada entre su rostro y un punto fijo a su izquierda, pensando. Muteó el micrófono.

—¿A dónde?— pregunto algo desconcertado.

.𖥔 ݁ ˖ ᴏɴᴇ-ꜱʜᴏᴛꜱ ʀᴏᴅʀɪᴠᴀɴ .𖥔 ݁ ˖Donde viven las historias. Descúbrelo ahora