La noche como nunca antes la habías visto

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El horizonte de Las Nevadas se avista más rápido de lo que alguno de ustedes esperaba, para la tarde del siguiente día, la ciudad básicamente empezó a aparecerse en la plasta de colores sobre el horizonte. Pararon ahí, se cambiaron de su ropa de viajeros a la más formal que solían usar solo en festividades. Sales de detrás de una roca en la que te escondiste para cambiarte, aun intentando ajustar el collar de tu chaqueta, así cómo acomodas el escudo de L'manburg se muestra con una corona rodeando el territorio en tu hombro. Hechas tu cabeza hacia atrás para agarras el extremo del talón dele escudo, volviéndola a su lugar para leer el mensaje en ella.

Antes de que si quiera pudieras abrirlo, eres distraída por Niki, quien le gritaba a alguien, sonando bastante estresada. Te regresas con ellos, solo en caso de que Niki este en peligro, solo para encontrarla con una mirada totalmente arrepentida, mirando a Fundy con un corte en la camisa. Ni si quiera te acercas para involucrarte en el conflicto, sacudiendo tu mano en un gesto libre para librarte del problema. Desenrollas el mensaje, sorprendida de darte cuenta de que es del mismísimo príncipe de Las Nevadas.

Te informa que su gente ha ubicado su armada desde la torre de vigilancia más cercana, y que envió un pequeño grupo de soldados para escoltarlos a través de la ciudad para llevarlos al palacio. También para llevar a tus soldados hacia las barricadas, lo cual encontraste un poco extraño. Miras atrás, y hablas de esto con Fundy y Niki, quienes parecen haber arreglado su pequeño accidente de armario. Ella arregla tus medallas y charreteras mientras hablas, enderezándolas y puliéndolas para que se vean bien en el uniforme.

"Se supone que nos alcanzaran algunos soldados en el camino", les informas mientras todos vuelven a sus lugares en sus monturas. Giras tu caballo y te pones nuevamente en marcha. No ha pasado ni media hora cuando divisas caballos que vienen en tu dirección. Tres de ellos, y te sorprendió bastante, porque: O él príncipe tenía mucha confianza en sus soldados, o estaba severamente subestimando los tuyos. Detienes a tu caballo y bajas de él, el hombre que parece comandante se encuentra contigo a mitad del camino para saludarte con un apretón de manos. Es un joven, mas o menos de tu edad vistiendo un elegante uniforme verde oscuro con detalles de rojo. Él te sonríe ampliamente, sosteniendo su sombrero debajo de su brazo libre, su cabello era un desastre. Claramente producto de estar debajo del sombrero; sin embargo, eso te parece de alguna manera encantador. Hay una chispa brillante y juguetona en su mirada, esa chispa que raramente se ve estos días.

"Debes ser la embajadora de L'manburg," Él te saluda, asintiendo hacia tu sequito. "Lo lamento, embajadores, en plural."

"Niki Nihachu, ministro interno," presentas a Niki, usando su titulo público mientras él se pone su sombrero otra vez. "Y Fundy Soot, nuestro Secretario de defensa, Y más atrás, Capitana Puffy y algunos de nuestros soldados."

"Un placer conocerlos a todos ustedes." Se inclina hacia ustedes, y no puedes hacer nada más que sentirte incomoda con el gesto. Se endereza para volver a subir a su caballo, pero lo detienes, tomándolo por el hombro.

"Espera, no nos han dicho sus nombres" mascullas.

"No somos políticos, solo soldados."

"¿Y los soldados no tienen nombres?" preguntas, y él se ríe, mirando a sus tropas y haciendo un gesto para indicarles que hablen

"Me llamo Hannigan," Uno te saluda, agitando su mano en el aire.

"O'hara" La restante le sigue.

"Alex", responde el líder de los soldados, volviendo a montar en su caballo. Das un paso atrás y vuelves al tuyo mientras el resto de tu cohorte sigue a Hannigan y O'Hara. Redondeas la parte trasera de la empaca y te alcanza. Recorres la carretera comercial en silencio uno al lado del otro durante un rato, la ciudad va creciendo, más grande y hermoso en la distancia con cada milla que atravesabas. Tuviste que admitir, a pesar de todas sus buenas cualidades, a L'manburg le faltaba lo único que hacía que las monarquías valgan la pena: una estética cultural cohesiva. Los uniformes militares y los edificios utilitarios solo podían conseguirse hasta ahora, y mirando el orgullo que los ciudadanos de Las Nevadas obviamente tienen en su la arquitectura te estaba volviendo aún más nostálgica que en las montañas.

L'manburg no tiene salida al mar ¦✑ C!Quackity royal AuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora