11*Construcción de nido*11

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*AU Moderno.

*AU Sin demonios.

Zenitsu se despertó sin saber por qué, sus ojos vagaron por la penumbra de su habitación intentando enfocarse en algo, hasta caer en los brillantes números de su reloj digital en la mesita junto a su cama.

2:48 AM leyó, no debería estar despierto.

Se removió en su cama, repentinamente incómodo con su entorno, después de un par de minutos de dar vueltas sin resultado se dio por vencido y se levantó, ignorando la sensación de las fría tablas del piso de madera contra sus pies descalzos, observó aturdido su cama, luego su habitación en general.

Algo se siente mal.

Pero no se encuentra capaz de especificar el qué exactamente.

Entonces, con la mente borrosa salió rumbo a la habitación de su hermano.

Al abrir la puerta se encontró con el cuarto a oscuras, como es de esperar por la hora, solo iluminada por la luz de luna que se filtra por las cortinas a medio cerrar de la ventana, Zenitsu entró tan silencioso como un mudo y buscó con los ojos, sin tener muy claro qué quería encontrar, hasta dio con un conjunto de ropa colocado sobre la silla del escritorio.

Eso.

Se acercó y tomó la sudadera, abrazándola contra su pecho un momento, después notó en el escritorio la gargantilla que su hermano siempre usa, tomándola también sin dudar, con un último vistazo vio una almohada en el piso junto a la cama. Estrujándola contra las otras cosas entre sus brazos salió, cerrando silenciosamente la puerta a su espalda.

Acto seguido terminó en el cuarto de su abuelo, se adentró con el mismo silencio que antes y repitió el proceso, agregando a las cosas en sus bazos un haori amarillo, una pañoleta y un cojín, luego salió para volver a su propia habitación.

******

Jigoro, como cada mañana, inició su día con una taza de té, a la espera de que sus nietos se levantaran y se unieran a él, el primero en bajar siempre es Zenitsu, quien parece tener arraigada la costumbre de levantarse temprano desde hace mucho, al contrario de Kaigaku, que para nada es una persona mañanera.

Por eso, cuando el pelinegro bajó primero las escaleras, el anciano alzó una ceja con duda.

—Buenos días, hijo —saludó cuando el joven entró.

—Buenos días. Abuelo ¿Agarraste la ropa de mi silla?

—No.

Frunció el ceño—Ese enano, lo voy a matar —dio media vuelta y fue rumbo a enfrentar a su hermano por andar tocando sus cosas.

—¡No empiecen a pelear tan temprano! —gritó Jigoro, probablemente en vano.

Grande fue su sorpresa cuando, dos minutos después, sin ningún grito, llanto o golpe Kaigaku volvió, con una expresión de duda solo vista cuando se enfrenta a un problema de matemática especialmente complicado.

—¿Abuelo?

—¿Sí?

—Los betas no hacen nidos ¿Verdad?

De acuerdo, eso no se lo esperaba.

—No. En muy raras ocasiones, algunos pueden llegar a hacer uno para complacer a su pareja, generalmente omega, pero como no está en su instinto generalmente no pasa.

—Aja. Y el enano es un beta ¿Verdad?

—Sí. Ya lo sabes.

—¿Estás seguro?

—¿Qué? Claro que estoy seguro, tú también viste sus papeles durante la adopción —Jigoro está confundido con el curso de esta conversación—. Kaigaku, ¿A qué viene esto?

El pelinegro lo vio a los ojos un par de segundos, luego hacia la escalera, aparentemente pensando en algo, pasaron unos segundos antes de que llegara a una conclusión.

—Ven a ver esto.

Un Jigoro lleno de confusión lo siguió hacia el cuarto del último habitante de la casa, sin saber qué se encontraría ahí.

Esto, no pasó por su mente.

El par observó la escena frente a ellos, con muchas preguntas en la cabeza y sin ser capaces responder ninguna.

Zenitsu había vaciado el contenido de su closet, dejándolo en su cama, y en el pequeño espacio ahora libre armó con sus sábanas, cobijas y almohadas un nido donde ahora está acurrucado; con la cabeza reposando en el cojín Jigoro, el haori y la sudadera cubriéndolo a modo de manta, con la gargantilla amarrada en una de sus muñecas, mientras abraza la almohada de Kaigaku, está profundamente dormido y dejando salir un suave y constante ronroneo.

Hizo un nido con los olores de su nueva familia.

No se supone que un beta haga eso.

Jigoro y Kaigaku lo observaron dormir por un minuto completo, antes de salir silenciosamente de la habitación y volver a la cocina, todo sin mediar palabra.

—Entonces... —comenzó Kaigaku— eso no es normal ¿Verdad?

—No, hijo. Eso no es normal —Jigoro se está frotando las cienes, sintiendo llegar muy rápidamente un dolor de cabeza.

—¿Y ahora qué?

Ahora —frunció el ceño con molestia—, voy a llamar a ese maldito orfanato. Y más les vale tener una muy buena explicación para esto, o van a tener una demanda en toda la cara —hizo una pausa—. Pero primero un médico, para que revise a Zenitsu.

—Muy bien —Kaigaku asintió de acuerdo—. Voy a preparar el desayuno.

Jigoro vio su taza a medio terminar y soltó un largo suspiro.

Vaya mañana.

***FIN***

Bueno, hice esto ¿Y ahora?

Que no se noten las ganas de morirse de hoy.

No hay ánimos, a veces pasa.

Sobre la historia, creo que está bien, no he leído esa trama antes así que diré que es original quedó lo suficientemente largo como para estar personalmente satisfecha y me parece que está bien escrito, lo tomaré como una victoria.

No tenía idea de qué hacer con esto y que no se me enredara con el número 26, esto fue lo primero que surgió y me le agarré como una garrapata, espero que cumpliera con sus expectativas y que para las siguientes partes mis ánimos suban.

Por cierto, no encontré donde mencionarlo así que lo hago aquí, Zenitsu y Kaigaku en esta historia tienen 9 y 15 años respectivamente.

¿Ideas?, ¿Consejos?, ¿Dudas?, ¿Estrellitas?

Nos leemos en la siguiente historia.

Escrito: 21/2/2023.
Publicado: 7/6/2024.

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