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La Tercera Sen'nin.

Si bien Hiruzen y Minato, estaban fuera de peligro y sólo necesitaban de descanso, los dos Hokages no podían olvidar fácilmente cómo malhirieron a Orochimaru. Una herida como esa, causada a sus brazos, le llevaría a buscar ayuda, y Hiruzen solo podía pensar en una Iryōnnin en cuyas manos se pondría Orochimaru: Senju Tsunade.

—Jiraiya —dijo Hiruzen al aire, escuchó un suave aterrizaje detrás suyo, tanto el Sandaime, como el Yondaime, se giraron para mirar al Gama Sen'nin.

—Encuentra a Tsunade, antes de que lo haga Orochimaru —pidió su alumno Minato —No podemos permitirnos el que él la tiente a darle algo, a cambio de curar sus brazos. Sí Tsunade consigue tal hazaña...

Jiraiya frunció el ceño —Lo sé. Orochimaru, podría intentar volver a atacar la aldea.

Minato tomó la palabra. —Debemos de proteger la aldea, pues acabamos de ser atacados, al mismo tiempo... Sensei, quiero que te lleves a Naruto a este viaje, si está lejos de la aldea, entonces no seremos atacados, lo colocaré como una misión de rango C.

Jiraiya sonrió — ¿Le pagarás a Naruto-Kun, por traer a Tsunade, de vuelta a la aldea?

Minato se encogió de hombros —No me molestaría. Búscalo, informarle y salgan cuanto antes.

—Sí —dijo Jiraiya, desapareciendo en un Shunshin.

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Naruto, se despidió de sus... Inquilinas, tan pronto como Jiraiya le habló sobre la misión de rastreo, que Hiruzen y Minato le tenían, las chicas subieron las escaleras, y bajaron minutos después, entregándole a Naruto una mochila, con ropa, armas, algunos artículos de Primeros Auxilios y poco más.

—Ve y trae de vuelta a Sensei, Naruto-Kun —dijo Kushina sonriente.

Mijito sonrió. —Mientras tanto, yo auxiliaré a Sakura-Chan, con un par de cosas, no será nada drástico. —Sakura asintió, su nivel de el de una Gennin bajo, mientras que Naruto fácilmente sería un Jōnnin.

Erza caminó hacia Naruto. —Sé que estarás bien, pero eso no me impide el preocuparme por tí. —La pelirroja agarró a Naruto por sus mejillas y lo besó en los labios, hasta que se quedaron sin aire.

—Volveré pronto, lo prometo —dijo Naruto, mientras que desaparecía en un Shunshin. Salieronde la aldea, por la puerta oeste y tomaron camino, hacía un lugar al azar, o eso creyó Naruto, comenzaron a ir, de un pueblo a otro, preguntando si alguien había visto a Tsunade. — ¿Cómo es ella? —preguntó Naruto, Jiraiya alzó una ceja, mientras salían del tercer pueblo, e iban al cuarto.

—Yo era el idiota, Orochimaru el serio y Tsunade era... Nuestra Iryōnnin. Pero, a ella le interesaba algo, por encima de todo, le interesaba algo, por encima de sus amigos, y eso era apostar. Oh sí, los juegos de azar, son su pasión, pero tiene muy mala suerte, la llaman... La Legendaria Perdedora.

—Hashirama poseía Doton y Suiton, dando paso al Mokuton —dijo el rubio— ¿Qué hay de ella?

—Raiton. Y, son pocos, los saben sobre los legendarios Iryō-Ninjutsus de Hashirama, él le enseñó a ella, poco antes de morir —dijo Jiraiya, mientras entraban en otro pueblo y él se acercaba a un hombre al azar —Disculpe, caballero.

— ¿Sí? —preguntó el hombre.

— ¿Ha visto usted, a una mujer de cabello rubio y ojos castaños? —preguntó Jiraiya —Es posible que: o estuviera buscando un casino o estuviera buscando un lugar para ocultarse.

El hombre pensó un momento —Bueno... Tiene un buen busto —dijo el hombre sonrojándose.

— ¿Es que acaso, en eso es lo único en lo que puede fijarse? —gruñó mentalmente Naruto. Odiaba a los hombres que solo veían el físico de las mujeres. Él, quien había vivido literalmente rodeado de diosas, rodeado de mujeres inmortales y que en su gran mayoría tenían una belleza física, que harían a cualquier mortal cometer un genocidio, con tal de adueñarse de tal belleza y juventud, se alegraba de decir, que aprendió a ser casi (casi) totalmente inmune a una belleza deslumbrante (o una legión de diosas Shotaconeras, aunque estaba casi un 90% seguro, de que ALGO le había hecho Izanami, en los entrenamientos de Genjutsu y del Shigan), Naruto siguió a un sonriente Jiraiya, hasta un restaurante, donde se acercaron a una mujer de rubios cabellos atados en dos coletas, que caían por su espalda. Junto a ella, una mujer de cabello negro corto y ojos del mismo color, la cual se veía preocupada.

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